MANUEL BELGRANO, PREMONITOR DEL COOPERATIVISMO

23 julio 2020

(Nota de Prensa 044_2020) NOTA PUBLICADA EN IDENTIDAD COOPERATIVA N°111 – A 250 años de su nacimiento y a 200 de su muerte, el Gobierno nacional, determinó que 2020 fuera el “Año del General Manuel Belgrano”, resaltando su destacada actuación pública en el proceso que condujo a la independencia de nuestro país en el marco de las luchas por la emancipación sudamericana. En este artículo, el dirigente cooperativista Ricardo Gil (*), analiza las coincidencias del pensamiento belgraniano con los principios y valores del cooperativismo moderno.

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Manuel Belgrano

Aún antes que surgiera el cooperativismo -en 1844, en Rochdale, Inglaterra-, Belgrano en sus planteos, escritos y pensamientos al respecto, sin lugar a dudas, nos lleva a analizar la coincidencia de los principios y valores que claramente nos legó con los del cooperativismo. Con los mismos principios y valores por el bien común, igualdad, equidad, ayuda mutua, responsabilidad, democracia y solidaridad, desde sus fundadores y en todo el proceso evolutivo del cooperativismo, hasta estos días, en función de estos valores éticos de honestidad, transparencia, responsabilidad social y preocupación por los demás.

Manuel Belgrano plantea en agosto de 1810, meses después de la Revolución de Mayo, que concretara el primer gobierno patrio, en el Correo de Comercio del 25 de agosto, en uno de sus artículos, en carácter de crítica: “¿No escandaliza que un poseedor de terrenos inmensos, los más de ellos abandonados, prive a sus conciudadanos de una porción de tierra a las orillas de un río navegable, para que traigan sus ganados en pie para matarlos, cuando por este medio ahorrarían los gastos inmensos de conducciones en unos países de tan pocos arbitrios?”.

Seguramente, esta cita de claras condiciones de desigualdad en la distribución de las riquezas y particularmente en la distribución y uso de las tierras, como también al acceso de los recursos naturales, como lo es y era “un río navegable” que en esa ocasión, nos lleva a pensar en una reforma agraria o concesiones más justas para compensar las asimetrías respecto a algunos propietarios poseedores de grandes superficies. Cuestionando a los “partidarios de sí mismos” según Manuel Belgrano aquellos a los que: “Acaso este pensamiento excitará el desprecio de los que nunca han meditado que una de las primeras obligaciones del hombre en sociedad es prevenir la miseria de sus conciudadanos, y que el mejor modo de prevenirla es proporcionarles que toquen la utilidad de sus respectivos trabajos para que sean provechosos al Estado, bajo todas las consideraciones”.

“Pero ese desprecio no ha sido capaz de arredrarnos para proponer nuestra idea, que no dudamos sea de la aprobación de los amantes de la patria, quienes conocen nuestra situación y saben cuán diferentes son sus circunstancias de las de los países viejos. […]”.

Y entre otras cosas, deja claramente expresado, con carácter propositivo, como estamos acostumbrados a leer en sus escritos: “… con el objeto principal de dar valor a las producciones del territorio y a las manufacturas de la industria, cualesquiera que sean, uniéndose los vecinos de una jurisdicción para hallar en sí mismos los recursos para proteger al labrador, al fabricante y abrirse los caminos de conducirlos al mejor mercado, libertando a esas clases útiles de que se abandonen por no encontrar la recompensa de su trabajo y adquirir, al mismo tiempo, el provecho que tal vez le arrastran los aventureros. Para esto nos parece que bastaría que los vecinos hicieran confianza en algunos sujetos honrados, que nunca faltan en los pueblos, en quienes poner parte de sus caudales con la idea de establecer almacenes para depositar los frutos y efectos de los que los quisieran entregar para venderse, o de los que se los vendiesen, y con la mira, también, de hacer anticipos y evitar malbaratasen los productos de sus trabajos”.

Así tendríamos que los vecinos se darían la mano los unos a los otros y mutuamente conseguirían utilidades, sin que en ningún caso pudiesen decaer los valores de los frutos y efectos que se debieran a la agricultura e industria de la respectiva jurisdicción”.1

Y continúa fundamentando las necesidades, que crean o generan la implementación de proyectos asociativos, que den satisfacción a esas necesidades, que años más tarde llamaríamos cooperativas y mucho después en el séptimo principio cooperativo de preocupación por la comunidad: “No se puede dudar de las ventajas de este auxilio al comercio interno, aun cuando alguna vez no se hayan visto rápidamente en los tiempos en que nuestro comercio marítimo estaba estancado y un hombre necesitaba emplear el sudor de un año para cubrir con alguna decencia sus carnes, quedando con el dolor de ver a sus hijos en la miseria y desnudez”.2

La economía social y solidaria en todos sus aspectos, estaba también en sus ideas fuerte, hoy diríamos la Economía Popular: “Otro medio ventajosísimo sería el establecimiento de ferias, al menos dos veces al año, con arreglo al número de vecinos de los pueblos y sus jurisdicciones correspondientes, concediendo todas las franquicias que sean posibles”.
Incluso, pensando en el rol del Estado al respecto, define claramente su promoción o apoyo mediante su clara expresión: “concediendo todas las franquicias que sean posibles”.

Un cooperativista antes que se crearan las cooperativas, si vemos y comparamos sus valores de ayuda mutua, responsabilidad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad, en los que se sustentan los valores cooperativos. Quien además creía y fue ejemplo de los valores éticos de honestidad, transparencia, responsabilidad social y preocupación por los demás.

Si además hacemos el paralelo con los principios cooperativos, las coincidencias son mayores: sostén de la libertad sin discriminación de género, raza, clase social, posición política o religiosa; promotor de la participación y democracia; artífice de las propuestas de desarrollo y participación económica, con distribución equitativa de la riqueza y el ingreso; defensor de la autonomía e independencia; autor y gestor del primer proyecto de educación, formación e información; cooperador y colaborador entre iguales y su firme compromiso con la comunidad.

No tengo dudas, fue nuestro primer y gran estadista, que tuvo un proyecto de Nación Argentina y Americana, basado en su conocimiento, principios y valores, mediante el desarrollo de ideas propias adecuadas a las circunstancias y los recursos. Tenía un bagaje de conocimientos para el tiempo y lugar, difícil de igualar, que podemos apreciar desde su formación, relaciones, conocimientos incorporados y desarrollo de propuestas (políticas, económicas, sociales, educativas, agrícolas, productivas, industriales, comerciales, impositivas, etc.). No solamente que fueron escritas, sino que las sostuvo en su accionar y coherencia, con el esfuerzo de aplicarlas e implementarlas en cada ocasión que pudo.

Fuentes:
1Citas de Carlos Smith, Biblioteca del Oficial, Círculo Militar
2Felipe Pigna, Fomentando el mutuo apoyo y el cooperativismo en“Manuel Belgrano el hombre del Bicentenario
(*) El autor es consejero administrador y socio fundador de Estudios Integrales Asociados Cooperativa de Provisión Servicios Limitada; consejero administrador y presidente de la filial La Plata del IMFC; codirector de la cátedra libre de la UNLP: “Cooperación y Trabajo” y responsable del área de Economía Social y Solidaria del Instituto de Estudios y Formación para la Igualdad

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