El movimiento cooperativo argentino está de vuelta, teje alianzas, levanta la voz y quiere salir a disputar poder allí donde se toman las decisiones y se arman las políticas públicas. En un tiempo de aire nuevo para paradigmas no ajustados a la ortodoxia del mercado, los cooperativistas avisaron que “ya no quieren ser la Cenicienta de la economía” y que renovaron su pacto con los valores que los vieron crecer para pelear fuerte en la arena política. Ayudará a esta nueva visibilidad el hecho de que 2012 fue declarado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como el año internacional de las cooperativas.
Estos ejes se debatieron en el multitudinario congreso anual CAC12 que todo el cooperativismo supo compartir en Rosario a principios de septiembre, donde, a pesar de las diferencias nada disimuladas que separan a Cooperar (la federación que nuclea a las cooperativas de trabajo y de servicios alineada con el gobierno nacional) y a Coninagro (entidad que agrupa a las firmas del campo y que en cambio, desde su participación en la mesa de enlace, cuestiona políticas de fondo del kirchnerismo), pusieron sobre la mesa un documento común para avisar que buscarán cada vez mayor visibilidad y participación social.
Después del cimbronazo casi terminal de los 90 y la crisis de 2001, el movimiento cooperativo se mueve cómodo en un contexto político que le volvió a dar vida de la mano de la reactivación económica y de la puesta en valor de algunas estructuras estatales que habían quedado opacadas en épocas de ajustes.
Con la energía que le da ese aire nuevo, las cooperativas quieren salir a discutir la letra fina de las normativas que rigen su vida institucional y avisan que van a explotar al máximo las posibilidades de la nueva ley de medios, a partir de la cual esperan tener un alto grado de visibilidad y acceso directo a la opinión pública.
A su vez, las ayuda un escenario internacional abierto a explorar y darles espacio a formas solidarias de encarar la organización de los procesos productivos, ante los raspones cada vez más hondos del capitalismo financiero en los países centrales.
Al frente. Ariel Guarco, el presidente de Cooperar, aseguró que el movimiento atraviesa un contexto muy favorable y “hasta histórico” por una combinación de factores tanto externos como locales.
“Naciones Unidas decidió que 2012 sea el año internacional de las cooperativas al definir que éstas pueden construir un mundo mejor, y si los demás piensan que somos así, tenemos que estar a la altura”, dijo el dirigente, quien agregó que a nivel nacional el movimiento supo darse un gran proceso de debate interno durante 6 meses, con 35 instancias precongresales, para llegar al CAC12 con un aporte elaborado “para el moldeo de una sociedad mas digna”.
En Argentina, el cooperativismo tiene profundas raíces históricas que lo presentan como un sistema social y productivo eficaz que postula el bienestar social como eje, y que se propaga a través de una cadena extensa que incluye pymes, trabajadores, usuarios de servicios públicos, productores agropecuarios, consumidores, y ahorristas.
El movimiento cuenta con unos 10 millones de asociados directos, pero uno de cada dos ciudadanos argentinos consume o recibe un servicio producido o distribuido por una cooperativa, sobre todo en el interior del país.
«Le damos luz a 7 millones de personas en el interior, adonde a los demás no les interesa estar; le damos agua a 4 millones de personas, atendemos a 2,5 millones de personas con servicios de salud; y hemos generado 500 mil puestos de trabajo en 5 años”, enumeró Guarco.
Según el dirigente, la nueva ley de servicios de comunicación audiovisual plantea un antes y un después respecto al “poder de participación” cooperativista, ya que permitirá por primera vez una comunicación directa entre ese sector y el público masivo. Será un herramienta poderosa para que el sector pueda gestionar con mas fuerza algunos de sus pedidos históricos, entre los que se destaca el acceso a más y mejor financiamiento.
Pero también, Guerco señaló que si bien existe una gran satisfacción por el consenso que existe en el mundo político sobre la pertinencia del saber cooperativo, desde esas entidades quieren dejar bien en claro que “no sólo sirven para hacerle frente a las crisis”, sino que aspiran a modificar el sistema productivo y a discutir de igual a igual políticas sectoriales clave en temas como vivienda, agro y energía.
En su sprint final, el CAC12 sirvió para la presentación formal de una red de legisladores nacionales de diferentes partidos y provincias que buscarán introducir en la agenda legislativa temas propios al cooperativismo con el objetivo de ganar peso en las decisiones parlamentarias.
Carlos Heller, diputado nacional por Nuevo Encuentro y referente del banco Credicoop, aseguró como vicepresidente de ese grupo que entre sus prioridades estarán la revisión de las cargas tributarias que pesan sobre las cooperativas, la clarificación de la legislación respecto a las cooperativas de trabajo, y los requisitos para concesiones de servicios públicos.
“Estamos en un tiempo de cambio de paradigmas a nivel global”, destacó Heller, quien resaltó que el Estado actual “entiende y apoya” los valores del movimiento cooperativista, algo que “hay que saber aprovechar”. Entre los legisladores que conforman la red figuran los senadores Liliana Fellner (FpV), Elsa Ruiz Días (FpV), Sonia Escudero (PF), Emilio Rached (UCR) y Jaime Linares (FAP), así como los diputados Nancy González (FPV), María Virginia Linares (GEN), Carlos Heller (NE), Fabián Francioni (FPV), y Ana María Ianni (FPV).
Mundo rural. Las cooperativas han sido y todavía son actores centrales en la gran mayoría de pueblos y localidades agropecuarias del país. La crisis de los años 90, que se comió a una porción fuerte de productores, dejó en evidencia el valor del cooperativismo como sistema socioeconómico y como intento de reconstrucción del tejido social después de esas experiencias traumáticas.
También puede funcionar, según estimaron algunos expertos, como refugio o referencia ante los cambios rápidos del mundo rural que empezaron a gestarse en los 80 y que explotaron con el estallido del boom sojero y la entrada en acción de nuevos actores de gran envergadura.
La investigadora María Laura Tonini, de la Universidad Nacional de Santiago del Estero, presentó durante el CAC12 el caso de la cooperativa agrícola y de consumo limitada Santa Rosa, de San Guillermo. En 1989, ante la crisis, se planteó la reestructuración de la misma, lo que terminó con la declaración del concurso preventivo de acreedores en 1995. “Las actividades de la cooperativa durante varios ejercicios se desarrollaron en un marco complejo, y recién en 2008 se logró el levantamiento del concurso”, dijo.
Esto fue producto esencialmente del cambio de rentabilidades del sector agropecuario relacionado tanto con las políticas nacionales como con la introducción del paquete tecnológico sojaRR/siembra directa.
Según especificó, lo que permitió a la cooperativa reformularse y dejar atrás la crisis fue su capacidad para replicar “los valores históricos del cooperativismo”.
Otro ejemplo de resurrección productiva es el caso de la firma entrerriana Cepal, hoy en plena expansión pero hasta hace pocos años casi desaparecida. “El proyecto nació como una necesidad socioeconómica”, dijo José Morcillo, de esa entidad cercana a la localidad de La Paz.
Tradicionalmente, esa cooperativa se dedicaba a la producción agrícola, dentro de una región que también se caracterizó por la presencia de tambos pero que sufrió los embates de los años 90. “Sufrimos los problemas generales de esa época, pero también un debilitamiento propio por la falta de participación”, dijo.
Ya con la reactivación y la mejora de la actividad agropecuaria, la Cooperativa Entrerriana de Productores Agrarios del Departamento La Paz (Cepal) decidió unir fuerzas con la Cooperativa Agropecuaria La Paz (Calp) con la idea de procesar y comercializar la producción láctea de los pequeños y medianos productores de la zona. Para eso encontraron apoyo técnico en el Inta y el Inti para mejorar productividad.