Como todos sabemos, Fedecoba es una entidad de segundo grado, cuya misión principal es la representación empresarial-gremial de sus asociadas. Una tarea ardua y compleja si se tiene en cuenta que quienes tienen la responsabilidad de dirigir los destinos de esta Federación deben compatibilizar y armonizar el sentir y pensar de 127 organizaciones cooperativas dispersas por toda la provincia, con realidades bien distintas en cuanto a: volumen de operaciones, servicios, relación con los gremios locales, cantidad de asociados-usuarios, etc.
El universo es amplio pero, a su vez, es también esa diversidad la que aporta mayor valor y dinamismo a esta Federación que está punto de cumplir 35 años. Ahora bien, constituye parte de nuestra tarea –puesto que nos lo han encomendado nuestras asociadas- dar respuesta a ciertos aspectos básicos de la problemática de las cooperativas de servicios públicos. Entre ellos, temas que hoy resultan acuciantes para la supervivencia de nuestras organizaciones de base y que están relacionados con el orden económico, como obtener un mejor reconocimiento en los ingresos que vaya de la mano con los mayores costos en la prestación de los servicios. Dicho de otro modo: un reconocimiento tarifario que permita afrontar el aumento de insumos, salarios, infraestructura, etc. Esa es parte de nuestra delicada tarea, que implica convencer a nuestros gobernantes que es necesario dotar a las cooperativas de mayores ingresos pero en el marco de una política que ha decidido no modificar las tarifas. Existen otros caminos alternativos y estamos en la búsqueda de los mismos.
Está claro que el tema tarifario y las negociaciones paritarias con los gremios constituyen desde hace mucho aquellos aspectos coyunturales a los que hay que dar respuesta siempre. Lo vemos en cada una de las reuniones regionales que hacemos a lo largo y a lo ancho del territorio provincial. Pero también advertimos, felizmente, que existen otros asuntos sobre los cuales hemos comenzado a debatir cada vez con mayor interés. Se trata de aspectos que podríamos llamar estructurales y que tienen que ver con una mayor participación de los consejeros en la vida institucional de cada una de las cooperativas de las que forman parte, con una necesaria profesionalización de nuestros dirigentes (que no significa que tengan un título universitario, si no que estén preparados para asumir la responsabilidad que exige ser dirigente de una cooperativa), con una mayor apertura y una mejor comunicación con los asociados, con destinar recursos y esfuerzos a la educación y gestión cooperativa, y fundamentalmente capacitar a quienes tendrán la responsabilidad de continuar nuestra tarea.
A veces nos cuesta mucho hablar de estos temas cuando tenemos encima otros asuntos urgentes que penden como espada de Damocles, pero estamos convencidos que con dirigentes formados, capacitados, entrenados en la dura tarea de administrar una empresa social de la magnitud de una cooperativa, se podrá afrontar mejor la problemática diaria de los servicios públicos.
No es posible imaginar un modelo como el nuestro, el cooperativo, que pretende a través de la transformación de la realidad de cada uno de sus integrantes, transformar la sociedad en la que se desarrolla, haciendo de ella una sociedad más justa, inclusiva, equitativa, más digna, sin entender que más allá de abordar los problemas coyunturales, los dirigentes deben capacitarse y responsabilizarse en la búsqueda de soluciones de fondo, atacando los problemas estructurales que van presentando las sociedades en cada momento de la historia. Sabemos cómo hacerlo, como movimiento lo hemos demostrado por más de 100 años en este, nuestro país. Solo falta que quienes hoy tenemos la responsabilidad dirigencial seamos capaces de diferenciar lo urgente de lo necesario.
Un fuerte abrazo cooperativo
Dr. Ariel E. Guarco
Presidente
