Distribuye casi la totalidad de la energía eléctrica producida en el país -más del 90% de la generada por todas las centrales térmicas, nucleares e hidráulicas- y opera a través de una gran red de interconexión que está compuesta por líneas de 500, 230 y 132 kilovatios.
En la Argentina, la localización de las fuentes de energía, excepto la termoeléctrica, no coincide con las áreas de mayor consumo energético, es decir que hay distanciamiento espacial entre las fuentes de producción (como las centrales hidroeléctricas de la Patagonia) y el área de mayor consumo.
Está última se encuentra ubicada en la margen derecha de los ríos Paraná y de la Plata, desde la ciudad de Santa Fe hasta el Gran La Plata, por ser la zona de mayor densidad de población del país y tener predominio de las actividades económicas secundarias y terciarias que consumen gran porcentaje de electricidad.
Esta situación origina flujos interregionales de energía que inciden en su costo por las obras de infraestructura que se necesitan, como torres de alta tensión, y además porque parte de ella se pierde en el traslado.
Por eso, para resolver el problema de la conexión entre las zonas de producción de energía y las áreas de mayor consumo, se organizó en nuestro país el SIN.
Consultado por Noticias Argentinas sobre el reciente anuncio de la presidenta Cristina Kirchner por la conexión de Río Gallegos al SIN, el exsecretario de Energía Jorge Lapeña destacó la medida y subrayó que el tendido de la red no para de crecer «desde hace 40 años».
Indicó además que aún quedan zonas por sumar al SIN como la isla de Tierra del Fuego, pero resaltó que «siempre falta algo y es difícil llegar a todos lados».
El exfuncionario del gobierno de Raúl Alfonsín recordó además que la primera conexión que se hizo fue la de «El Chocón (la imponente represa construida en Neuquén) con Buenos Aires» a finales de la década del 60.