por MARIANA SHAALO. La mayoría de los economistas considera que uno de los problemas clave que el próximo Gobierno tendrá que encarar será la reducción del déficit fiscal que se aproxima al 6% del PBI y para ello será necesario disminuir los subsidios a la energía que explican gran parte del crecimiento del gasto en los últimos años.
En este sentido, un estudio de la consultora Bconomics, que dirige el economista Fernando Baer, dio cuenta que para reducir el rojo fiscal a la mitad las tarifas residenciales de electricidad deberían crecer 400% mientras que para equilibrar las cuentas haría falta que suban como mínimo un 600%.
En este sentido, un estudio reciente del economista en jefe de FIEL Fernando Navajas proyectó que la tarifa eléctrica residencial concluirá 2015 con una caída real acumulada de 73% en 14 años, la mayor de todos los ciclos de atraso desde 1945.
«El nudo gordiano del futuro económico y político no pasa por la resolución del cepo, sino por lo que se haga con el gasto público y el déficit fiscal», según Baer. «El déficit es explicado prácticamente en su totalidad por las transferencias al sector privado en concepto de subsidios esencialmente en energía y transporte. De hecho, el 71% de esas partidas tienen como destino subsidios al consumo de energía residencial», agregó.
Según los datos disponibles al primer trimestre de 2015, los subsidios sin Enarsa (que por la caída del precio del crudo se mantuvieron estables) crecieron 48% frente a igual período de 2014. Los que recibe Cammesa, la administradora del mercado eléctrico mayorista, se elevaron 36%, y los que alimentan al sector transporte, 65%.
De acuerdo a sus cálculos, si se quisiese reducir el déficit público a la mitad, debería considerarse un aumento de casi 400% en las tarifas de energía residencial. Pero si el próximo Gobierno intentase reducir el impacto el bolsillo de los argentinos y solo implementase un alza de 100%, el incremento permitiría reducir el déficit en apenas 0,7% del PBI. En tanto, si se decidiese cerrar la brecha de precios relativos en una única vez, el aumento en tarifas debería ser de casi 600% y ello tendría un impacto sobre el déficit tal que lo reduciría a 1,2% del PBI.
Sin embargo, un aumento de tarifas de tal magnitud con su consecuente traslado a precios no es políticamente viable, por lo que casi ningún economista considera que se realizará de esa forma.
«Si no se puede ir por un ajuste de shock porque ello implicaría destrozar el salario real, el déficit fiscal bajará poco en 2016. Es que con un ajuste tarifario gradual, el gasto en subsidios continuará creciendo endógenamente», sostienen en el Estudio Broda.
De acuerdo al análisis de Navajas, desde 1945 se sucedieron diez ciclos de atraso tarifario y casi todos se corrigieron de forma gradual. El único antecedente de shock se dio luego del período 1986-1989, con un ajuste de 30% aplicado a lo largo del siguiente año, coincidente con el cambio de gobierno.
«De no existir una recomposición de precios que esté pensada para facilitar el ingreso del sector privado al sector o un fuerte movimiento de cierre del déficit fiscal, la evidencia histórica muestra que es probable que observemos correcciones parciales», destacó Navajas.