(Infobae) Es un error gastar millones de pesos en subsidios y obras para la red de alta tensión cuando se podría invertir ese dinero en acelerar la transición energética.
Recientemente pasamos 15 días en los cuales el sistema de distribución eléctrica de los grandes conglomerados urbanos colapsó. Muchos culpan a las tarifas, y en algunos casos tienen razón, otros a la falta de inversión en infraestructura, y tienen razón, para el Gobierno, por su respuesta, es un problema de inversión en la red de alta tensión que rodea el conurbano bonaerense.
Las temperaturas extremas, según los meteorólogos, nos acompañarán en el futuro. Encarar ese tema requiere de nuevas estrategias. El objetivo es proveer en forma eficiente el abastecimiento de los consumidores finales.
La situación a la que nos enfrentamos es: los argentinos nos gastamos 150 mil millones de pesos en 2021 en subsidios a los consumidores del AMBA y ahora nos endeudaríamos en 1.100 millones de dólares con la empresa China Electric Power Equipment para ejecutar una obra en el anillo de la red nacional de la alta tensión en la misma área urbana.
Mientras tanto en gran parte del mundo las empresas dueñas de esas redes entran en crisis financieras porque los inversores que las desarrollaron no pueden recuperar sus inversiones porque el flujo de energía que transportan es cada día menor.
Lo que causó eso es que han adoptado como aporte a la nueva matriz energética la generación comunitaria y distribuida de los consumidores a través de colocar paneles solares en los techos de los usuarios o generadores eólicos cerca de las ciudades que tienen las condiciones necesarias.
Esos prosumidores (consumidores y generadores) hoy tienen seguridad en su suministro, calidad de servicio, ahorro en sus gastos y la perspectiva de que comprando autos eléctricos dejen de pagar el combustible de sus automóviles.
Ese es el camino que se comprometió nuestro gobierno a transitar en los próximos años. No se entiende por qué sigue gastando en el camino inverso.
Es un error invertir 1100 millones en Transmisión en el AMBA en lugar de aplicarlos a acelerar la transición energética (descarbonización, digitalización, transferencia de la decisión y la responsabilidad de inversión en soluciones renovables de pequeña escala al consumidor que tenga a partir de cierto nivel de capacidad instalada y que pretenda seguridad y calidad de suministro).
Con el mismo dinero se pueden comprar quinientos mil kits de generación solar para la misma cantidad de techos de prosumidores. Con eso se lograrían muchos resultados, a saber:
-Ahorro que se puede trasladar a tarifa en el consumo de los usuarios.
-Mejor calidad de servicio porque la mayor eficiencia de los paneles se logra en la hora pico del consumo en el verano, las 15 horas.
-Menor inversión en redes de alta tensión, permitiendo la inversión en media y baja tensión que es donde se producen las anomalías.
-Menor gasto de petróleo y gas que puede ser exportado a precio internacional en lugar de venderlo a precio de “barril criollo”.
-Distribuir esos paneles comprados en todos los territorios urbanos que sufrieron cortes, especialmente el gran Rosario.
-Lograr que los usuarios se relacionen con el medidor, al saber que de lo que generan y no consumen lo pueden vender, harán un uso racional del servicio.
Todo virtuoso, todos ganan, nadie pierde, sobre todo el interior de nuestro país que ve cómo se dilapidan fortunas en subsidios que no son útiles para nadie.
A todo esto, debemos agregar que cualquier inversión en generación renovable será vista por el mundo y por los organismos financieros con mucho beneplácito, en un momento crucial en el cual debemos mostrar presente y futuro.
No se entiende muy bien la razón por la cual nos negamos a hacer lo que al fin de cuenta con la presencia del Estado o sin ella, se hará. Los paneles solares se colocarán.
Poco a poco las cooperativas eléctricas que se deben a sus socios, los municipios que se deben a sus vecinos y los gobernadores, reconquistarán la potestad de resolver la prestación del servicio público, que tiene un solo dueño, más allá de quien lo administre, el público, que lo pagó.
La gobernanza es lograr los objetivos comunes mediante la interrelación con la sociedad civil. Ese es el camino.