“EL CAPITAL ES UN MEDIO, NO UN FIN”

19 julio 2022

(El Eslabón) Ariel Guarco, presidente de la Alianza Cooperativa Internacional se refirió a la incidencia cada vez más vigente del modelo autogestivo como herramienta económica, social y cultural para enfrentar las nuevas problemáticas globales.

“El capital es un medio, no un fin. Y nuestra propuesta de gestión democrática del capital nos da una ventaja competitiva sobre otro tipo de modelos”, sostiene quien fue hace unas semanas reelecto presidente de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI), y se refiere a la incidencia cada vez más vigente del modelo cooperativo y de la economía social como herramienta económica, social y cultural para enfrentar los nuevos desafíos del capitalismo. En el marco de las celebraciones por los 100 años del Día Internacional de las Cooperativas, Guarco habla sobre el rol de Argentina en el desarrollo cooperativo mundial, la necesidad de que existan respuestas locales a problemáticas globales, el valor de la Declaración de la Identidad Cooperativa, la importancia de impulsar la integración cooperativa, fomentar la inclusión de jóvenes, la equidad de género, el respeto al medioambiente y la educación cooperativa. El también presidente desde 2011 de la Confederación Cooperativa de la República Argentina (Cooperar) y desde 2008 de la Federación de Cooperativas de Electricidad y Servicios Públicos de la Provincia de Buenos Aires (Fedecoba), escribió numerosos artículos y es autor de los libros El Cooperativismo Argentino, Una Esperanzadora Mirada al Futuro y Principios Cooperativos en Acción frente a los Desafíos de la Agenda Global.

—Para el Día Internacional de las Cooperativas, la Alianza Cooperativa Internacional propone como lema “Las cooperativas construyen un mundo mejor” ¿A qué apunta esta idea?

—Esta consigna está en línea con lo planteado hace exactamente una década por Naciones Unidas, cuando declaró al 2012 como Año Internacional de las Cooperativas. Cada vez más los gobiernos nacionales y los organismos internacionales ponen en valor la capacidad de nuestro modelo empresarial para construir relaciones económicas, sociales y culturales que propenden a la justicia social, la equidad, la inclusión y la solidaridad. En esta oportunidad, además, la celebración tiene un significado muy trascendente dado que es la edición número 100 del Día Internacional de las Cooperativas.

—¿Cuáles son los desafíos del cooperativismo en la actualidad?

—En nuestra visión como movimiento cooperativo argentino, queremos profundizar la integración de toda la diversidad que tenemos en materia cooperativa y también con otras formas de organización que se sienten identificadas dentro de lo que podemos llamar el universo de la economía solidaria. Argentina tiene una probada trayectoria en este sentido con sus federaciones y confederaciones a lo que debemos sumar otra virtud: la cogestión de políticas públicas a través de un Directorio del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) donde nuestro sector tiene mayoría. También estamos compartiendo con otros países la experiencia de la Red de Municipios Cooperativos, entendiendo que los desafíos sociales, económicos y ambientales que enfrentamos a nivel global tienen respuestas locales, que deben ser encaradas por cada comunidad y canalizadas a través de la democracia económica y de la democracia política, que representamos las cooperativas y los gobiernos municipales, respectivamente.

—¿Cómo hacer frente desde el cooperativismo a las lógicas capitalistas de mercado que abogan por la maximización de la riqueza y la competencia?

—Nosotros tenemos vasta experiencia en ser un modelo empresarial socialmente responsable y económicamente eficiente. No somos enemigos del capital, al contrario, valoramos al capital pero para ponerlo al servicio de las personas. El capital es un medio, no un fin. Y nuestra propuesta de gestión democrática del capital nos da una ventaja competitiva sobre otro tipo de modelos. Por eso hay grandes cooperativas que lideran muchos segmentos de mercado, aquí y en otros países del Mundo. Dicho esto, creo que las sociedades más armónicas y equitativas han de basar su entramado económico en tercios ocupados por la economía pública, la economía de lucro y la economía solidaria.

—¿Es Argentina un país de referencia en la implementación de estrategias cooperativas?

—La trayectoria del cooperativismo argentino data de fines del siglo XIX y, si bien es más joven que otras, se ha logrado instalar en prácticamente todos los sectores de la economía y la sociedad y se ha expandido a lo largo y ancho del territorio nacional, siendo la mayor responsable del desarrollo en pequeños pueblos y en muchas ciudades de nuestro interior, así como en casi todas las zonas rurales. Somos un pueblo acostumbrado a pasar rápidamente de momentos de crisis a momentos de crecimiento y el cooperativismo es sin dudas un sostén eficaz de nuestro tejido económico, social y cultural a lo largo del tiempo, así como una herramienta para construir un futuro próspero, en manos de las propias comunidades.

—¿Qué pasa con los jóvenes dentro del cooperativismo? ¿Cómo acercar a los jóvenes al movimiento? ¿Existen políticas desde la ACI para promover este acercamiento?

—Los jóvenes son miembros activos en la mayoría de las cooperativas, muchos incluso en puestos de responsabilidad. Eso significa que deben tener el lugar para poner en valor ese desempeño y que su aporte sea efectivo a cada una de las instituciones cooperativas. En Cooperar, el Comité de Juventud tiene un lugar en el Consejo de Administración, con voz y voto, al igual que ocurre en la ACI y en la región de las Américas. Estamos promoviendo que lo mismo ocurra en otros espacios y queremos seguir involucrando a la juventud en todas las cuestiones que atañen al desarrollo de nuestro movimiento, independientemente de que hay temas cruciales que atraviesan con mucha fuerza a las nuevas generaciones como la problemática del trabajo, la equidad de género, la transformación digital y el cambio climático.

—¿Cuáles son los objetivos de la ACI para el corto y largo plazo?

—Mi prioridad es que la Integración Cooperativa se vea reflejada efectivamente en la gobernanza de la ACI y que la cercanía con cada uno de los miembros siga siendo un mandato para todos los que tengamos responsabilidad en el Board. Por otro lado, vamos a seguir fomentando una creciente participación de los jóvenes y las mujeres a escala global. Debemos continuar incidiendo para hacer de la ACI una organización representativa de toda la diversidad del género humano. Mi tercera prioridad es fomentar un mayor desarrollo de la Educación Cooperativa a escala global. Gran parte de la riqueza de nuestro movimiento radica en el conocimiento acumulado a lo largo de muchas décadas.

—¿Qué acciones toma la ACI para que las cooperativas falsas o formadas por intereses particulares no estigmaticen al imaginario cooperativista?

—La génesis de la ACI, hace 126 años, estuvo en gran medida en la necesidad de acordar criterios a nivel internacional de qué era una cooperativa y cómo debía funcionar este tipo de empresa. En 1995, luego de muchos debates y avances a lo largo de varias décadas, fue consensuada una Declaración de Identidad Cooperativa, que define taxativamente que las cooperativas somos asociaciones autónomas de personas unidas voluntariamente para satisfacer sus necesidades y aspiraciones comunes en materia económica, social y cultural mediante una empresa de propiedad conjunta y de gestión democrática. Hacernos cargo de esa definición y profundizar en los hechos esa identidad que nos hermana a escala global es una tarea central para la ACI en estos momentos, y eso desde ya implica marcar una diferencia entre las cooperativas y las que no lo son.

—¿Qué mensaje te gustaría dar hoy, a 100 años de la primera celebración del Día Internacional de las Cooperativas, a aquellos que hoy creen que el modelo cooperativo está en crisis o perdió fuerza?

—Creo que es precisamente al revés. Estamos todavía saliendo de la peor crisis sanitaria de la era global, vivimos en un mundo profundamente desigual y la inestabilidad geopolítica a escala global agrega más incertidumbre aún. En este escenario, tenemos para ofrecer múltiples y probadas experiencias que ponen los modos de producción y consumo en manos de las comunidades, generando economías más inclusivas, solidarias y equitativas, respetuosas del ambiente y que dan como resultado una paz positiva, esto es, la paz no como mera ausencia de conflicto sino como fruto de estructuras sociales integradas a partir de valores y principios comunes donde nadie queda afuera y nadie queda atrás. Finalmente, creo que nuestra vigencia más que centenaria en diversos rubros, en miles de pueblos y ciudades de todos los continentes, se complementa con la inmensa capacidad de innovación que estamos demostrando en ámbitos como la transformación digital, las energías renovables y los sistemas de cuidados.

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