(Nota de Prensa 006_2023) La caída del tendido eléctrico de la empresa EDEN, distribuidora provincial responsable de abastecer a la Cooperativa Eléctrica de Bolívar, provocó un prolongado corte de energía de once horas ocasionando graves consecuencias en la comunidad y manifestaciones de asociados-usuarios.
Concretamente el incidente fue provocado por la caída de siete postes de madera que sostenían el cableado de media tensión y mediante el cual la empresa EDEN transporta la energía hasta la subestación de Bolívar. Se trata de las dos líneas de 33 Kv que abastecen a la cooperativa (Urdampilleta y Herrera Vegas) y sobre las que ésta no tiene responsabilidad alguna, ni de su operación ni de su mantenimiento.
Por lo tanto, las cooperativas eléctricas integradas en FEDECOBA, expresamos nuestra profunda solidaridad con la entidad hermana y la comunidad de Bolívar que han sido víctimas de la mala calidad del producto recibido, en este caso la energía eléctrica, por parte de la empresa proveedora.
¿Cómo llega la energía a los pueblos abastecidos por las cooperativas?
La provincia de Buenos Aires cuenta con ciento de miles de kilómetros de redes de subtransmisión eléctrica (en el mapa que ilustra esta nota: de 33kv las verdes y de 13,2kv las rojas) que fueron tendidas en el siglo pasado por la ex DEBA para abastecer los distintos partidos del interior provincial, mayormente a cargo de cooperativas eléctricas que existían en el territorio desde 1926 y que, hasta que llegaran estas líneas se autogeneraban la energía eléctrica.
Cuando en 1997 se privatiza ESEBA (sucesora de la DEBA) estas redes de subtransmisión fueron transferidas a las distribuidoras provinciales creadas; esto es las sociedades anónimas EDEA, EDES y EDEN, que operan en las áreas de concesión Atlántica, Sur y Norte, respectivamente. Desde aquel momento las empresas privatizadas quedaron a cargo de operar y mantener dichas líneas que abastecen a las cooperativas, lógicamente cobrando por hacerlo.
La realidad indica que la mayoría de estas redes en cuestión no han tenido el mantenimiento adecuado, puesto que aún existen redes de 33kv como la de EDEN que llega a Bolívar, que técnicamente son difíciles de justificar y ponen en riesgo la continuidad y calidad del servicio a los usuarios de las cooperativas que abastecen.
Pero ello no se agota en las líneas de 33kv o de 13,2kv, sino que las subestaciones que rebajan la energía para que la cooperativa pueda distribuirla tampoco son operadas y mantenidas como la regulación indica; es más, en la gran mayoría de los casos son las propias cooperativas las que se hacen cargo de operarlas por la ausencia del distribuidor provincial que es quien debería hacerlo.
Un punto aparte es la necesidad de ampliación de potencia en dichas instalaciones (redes y/o subestaciones), acción que obviamente también está a cargo de estas distribuidoras provinciales que las operan y reciben un pago por ello. Inclusive ante la pasividad del ente regular provincial, ya que si la cooperativa no paga la obra necesaria no la ejecutan, pese a que es su responsabilidad hacerlo.
Todo esto conlleva a que, en diversos territorios, los distribuidores municipales (cooperativas) reciban un producto de muy mala calidad que –lógicamente- así lo distribuyen en sus comunidades. Las cooperativas no pueden mejorar o cambiar la calidad de la energía eléctrica que reciben, de este modo, así la trasladan a asociados/usuarios con el consecuente malestar o queja de los mismos.
Es más, esta mala calidad de servicio está penada por la regulación provincial y las distribuidoras deben pagar una penalidad calculada en pesos por el valor de la energía no suministrada, entre otros parámetros de mala calidad medibles. No obstante, si bien ello está vigente desde 1997, a la fecha no se ha logrado este cometido legal.
Los acontecimientos sucedidos en Bolívar son apenas una muestra de la necesidad de inversiones en las redes que abastecen a las cooperativas y que no pueden achacarse a las propias cooperativas que vienen sosteniendo con denodados esfuerzos y fondos propios las inversiones necesarias que le competen.
Finalmente, repudiamos las agresiones y manifestaciones de violencia sufridas por los consejeros y empleados de la Cooperativa Eléctrica de Bolívar, como también los destrozos ocasionados en la sede social y administrativa de la entidad. Consideramos a las cooperativas eléctricas y de servicios públicos como genuina expresión de organización comunitaria, y que en ese marco deben ser cuidadas, defendidas y valoradas, tanto por los propios asociados-usuarios como por la sociedad en general.