(Colsecor) – Son unas 80 conductoras. Tienen una aplicación propia para solicitar taxis conducidos por mujeres.
En la ciudad de Rosario, las taxistas se han organizado en Mujeres Taxista Unidas. Son conductoras y titulares de licencias que buscan crear lazos de solidaridad entre las mujeres pero también prestar un servicio exclusivo. Para esto, lanzaron la aplicación “She Taxi” mediante la cual se puede pedi un móvil conducido por una mujer.
Las 80 conductoras que hoy integran la cooperativa ven en la integración múltiples objetivos. Por el lado gremial, buscan mejoras en la prestación de salud, ya que la obra social a la que perecen tiene serias deficiencias. Actualmente tienen un único sanatorio donde acudir y los turnos deben solicitarse con meses de anticipación. Desde la organización, también reclaman que se mantenga el cupo para mujeres en el otorgamiento de las próximas licencias de taxis.
Según los testimonios que recogió la periodista Carina Bazzoni (La Capital), «Mujeres Taxistas Unidas» no se define como una agrupación feminista. En cambio, todas se identifican como «mujeres trabajadoras» y destacan los lazos de solidaridad y compañerismo tejidos en jornadas de trabajo de 12 horas, con un franco semanal, en la calle y con la tensión que genera el tránsito.
En la agrupación conviven diversidad de miradas y pluralidad de opiniones, dice Susana López Messina una de las impulsoras de la agrupación y conductora de Taxi Fem, el programa de radio de las taxitas que los lunes de 0 a 2 se puede escuchar en Rosario por las 87.9.
El grupo se traduce en acciones concretas como ayudar a una compañera “con una vaquita” que por estar enferma perdió su día de trabajo. «Es un grupo que nos permite salir en socorro de la otra, es emocionante juntar lo poco o mucho que una tenga para ayudar a otra que tiene que pasar algunos días sin trabajar», dice Claudia Martínez.
Dentro del grupo, hay mujeres que hace más de quince años que son taxistas, otras que se incorporaron hace menos de un año, las que llegaron después de quedar desocupadas a una edad en que no sobran los ofrecimientos de trabajo, otras que lo eligieron como su primera incursión laboral y quienes son jefas de hogar.
Sin embargo, dos cosas las unen. Dicen que pese a renegar no cambiarían su trabajo porque les da mucha libertad de horarios y de movimientos. Otro problema es que cuando se bajan del auto, después de manejar 9 o 10 horas, las espera el trabajo en el hogar.
“El estrés es alto, estar en la calle no es fácil, pero te da independencia y te permite hacer otras cosas. Por ejemplo, estoy trabajando y voy parando para comprar la verdura, las cosas del súper. Llego a casa y tengo todas las compras hechas», apunta Claudia.
Silvia Rodríguez coincide. «Es un hermoso trabajo, aunque sacrificado. Sobre todo para una mujer que después de manejar 12 horas va a su casa y cocina, plancha, lleva los chicos a la escuela», dice y comenta que «muchas chicas eligen trabajar de noche para así poder atender a sus chicos durante el día.”
Todas advierten que trabajar en medio del tránsito resulta cada vez más estresante, pero destacan que hace unos años la discriminación por su trabajo de conductoras era mayor. Silvia Vanni empezó a trabajar como taxista hace 14 años. «Me mandaban a lavar los platos varias veces por día», dice. Cansada del maltrato, recuerda, un día: «Cargué en el auto un plato de plástico y una esponjita y cuando me gritaban algo se las mostraba y les decía: soy mujer, manejo y lavo platos, puedo hacer las dos cosas a la vez».