ACCESO AL AGUA, LA FORMA DE DESARROLLO

22 marzo 2018

(El Cronista) – No se puede superar la pobreza sin que todas las personas tengan la posibilidad de contar con agua segura. 

 

Por Florencia Tuchin – El cambio climático no fue producido por las países en vías de desarrollo, sino por los desarrollados. Las potencias mundiales tienen que hacer un esfuerzo para disminuir su consumo de recursos naturales y dejar a los otros desarrollarse», enfatizó la presidenta de la Asociación Internacional del Agua, Diane d´Arras, en el marco del IWA Water and Development Congress & Exhibition que tuvo lugar el pasado noviembre en Buenos Aires. La población en pobreza y los países menos desarrollados son los más afectados por el cambio climático, mientras que un total de 32 países centrales son responsables de casi el 80 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero. Por lo tanto, los efectos de este fenómeno plantean problemas de equidad, justicia e igualdad, ya que muchos de los más vulnerables a los efectos de la naturaleza apenas contribuyen con el calentamiento global.

A la hora de pensar en soluciones sostenibles para economías emergentes es importante ver cómo promover la excelencia y el liderazgo en todos los aspectos de la gestión del agua. Los recursos hídricos, y la gama de servicios que prestan, juegan un papel clave en la reducción de la pobreza, el crecimiento económico y la sostenibilidad ambiental.

Para el economista estadounidense, líder en desarrollo sostenible, y asesor senior de Naciones Unidas, Jeffrey Sachs, el desarrollo sustentable se basa en tres pilares: promover mejoras económicas, asegurar la justicia social y garantizar la sostenibilidad ambiental. «No podemos superar la pobreza sin acceso a agua segura y acceso sanitario. No podemos vivir sin agua. Debemos llevar agua segura todos los días a 7500 millones de personas. Esto no puede esperar. Entre 2 y 3 millones de personas mueren por enfermedades relacionadas con el agua», destacó.

En relación a la justicia social, Sachs argumentó que no se le puede cobrar a gente que está sumida en la pobreza precios por el agua que no puede pagar. Enfatizó: «Necesitamos una estructura de precios que asegure la viabilidad».

«Los países ricos causaron daños que hoy los sufren los países pobres. Se debe compensar por los daños. Vengo de un país cuyo gobierno intenta negar esta realidad. Esto es porque Estados Unidos está atrapado en una red de corrupción. Hay petroleras que sobornan a los congresistas para que digan cosas ridículas y peligrosas. Vamos a luchar para que Estados Unidos no abandone el Acuerdo de París», dijo Sachs.

En relación al rol del estado, la presidenta del IWA marcó que muchos organismos públicos se olvidan que hay que mantener y renovar los sistemas hídricos, que ya tienen. Dijo: «Hay veces que no se piensa en las generaciones futuras». En tanto Guan- gzhe Chen, director principal de Water Global Practice, del Banco Mundial puso en cifras la situación: según cálculos del organismo hay que invertir U$s 114 millones al año para lograr la universalización del acceso a agua potable y saneamiento para alcanzar el ODS 6 para 2030.

Por otro lado, D´Arras trabaja por la equidad de género en el sector hídrico. Comentó: «La gobernanza y la visión a largo plazo son dos factores claves para el sector del agua. Estoy convencida de que las mujeres tienen una visión a largo plazo mejor».

En un reciente informe de Naciones Unidas y el Banco Mundial, titulado «Que cada gota cuente: Una Agenda para la Acción del Agua», se habla de las múltiples dimensiones que tiene la crisis del agua. Por ejemplo, las mujeres y las niñas sufren más por la falta de agua y de servicios de saneamiento, lo que pone en riesgo no solo su salud, sino su educación también. Otro ejemplo resulta del hecho de que el 80 por ciento de las aguas residuales son descargadas en los mares y ríos sin ser tratadas, lo que impacta en el medio ambiente. También da una idea de la crisis el siguiente dato: el 90 por ciento de los 1.000 desastres naturales más devastadores desde 1990 estuvieron relacionados con el agua.

«Esperemos que la Argentina se ponga la patria en la espalda y produzca una revolución respecto al cambio climático. Es importante evitar las consecuencias de la globalización de la indiferencia, cuyos extremos son la exclusión, la pobreza, nuevas formas de esclavitud y el trabajo forzado», comentó en el Congreso Marcelo Sánchez Sorondo, Canciller de la Academia Pontificia de las Ciencias y de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales y Prelado Secretario de la Pontificia Academia de Santo Tomás de Aquino.

La propuesta nacional

Elaborado por la Subsecretaría de Recursos Hídricos de la Nación, el Plan Nacional del Agua tiene entre sus objetivos reducir el porcentaje de la población en situación de pobreza, garantizar el derecho al agua potable y al saneamiento, el desarrollo productivo sustentable, la conservación del agua en un estado compatible con la salud y el medio ambiente y mejorando la protección de la población contra las inundaciones. Para llevar adelante este plan, se requiere una inversión de más de U$s 40 mil millones.

«El 15 por ciento de la población argentina no tiene acceso al agua potable, el 46 por ciento no tiene cloacas. Pero la situación es aún peor porque los que sí tienen servicios, dependen de sistemas que están cumpliendo su vida útil. Es importante renovar los sistemas que se construyeron hace 50 años. El desafío es muy importante. Es de gran magnitud lo que hay que invertir», dijo Pablo Bereciartua, subsecretario de Recursos hídricos de la Nación.

Según Bereciartua, la acción conjunta de las provincias es muy importante porque el agua es un recurso federal. Por otro lado, se destaca la participación público privada.

El Ministro del Interior, Obras Públicas y Vivienda Rogelio Frigerio dijo en el Congreso del IWA que anteriormente se hicieron muchas cosas mal para que hoy en día haya 7 millones de personas sin agua y la mitad del país sin cloacas. «El atraso en infraestructura es enorme incluso comparándolo con nuestros países vecinos. Estuvimos muchas décadas dándole la espalda al mundo y eso nos aisló de conocer otras oportunidades e intercambiar conocimiento y tecnología. Es por esto que el Plan Nacional del Agua es una prioridad para el Gobierno, que tiene como meta fomentar la reducción de la pobreza y estas políticas van en camino a lograr eso. Estamos realizando 290 obras de agua potable y clocas y alrededor de 70 obras hídricas a lo largo y ancho del país», desarrolló.

El cambio de paradigma es una de las claves del plan. Bereciartua señaló: «Donde se destinan las inversiones es cultural. Estamos haciendo muchas obras, que tienen un período de construcción que excede el mandato de gobierno. Cuando se terminan las obras se tapan y no se ven más. Además, cuando se construyen significan molestias para los ciudadanos. Hasta el momento hay inversiones que no se hicieron porque no parecían rentables políticamente. Hoy hay una convicción de que hay que resolver problemas de fondo».

Por su parte, el presidente de Aysa, José Luis Inglese destacó que el proyecto Sistema Matanza Riacuelo, margen izquierda, representa la mayor obra, que está financiando el Banco Mundial en América Latina. Además, aseguró: «Estamos abiertos a las nuevas tecnologías y a nuevos modelos de gestión que pueden ayudar mucho».

Un gran desafío es el financiamiento de estas obras. Así, Bereciartua explicó que el desafío de inversión que tiene la Argentina es mayor a las posibilidades de financiamiento que tiene el gobierno. «El rol del sector privado en el Plan es clave. Las condiciones de credibilidad son cada vez mejores. Estamos con llamados a manifestación de interés de 38 proyectos, es decir U$s 9500 millones», detalló el funcionario.

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