(Nota de Prensa 016_2018) – Para Naciones Unidas –en su Agenda 2030- el acceso universal a la energía es esencial para el desarrollo integral de las personas. En este sentido, las cooperativas eléctricas argentinas desde sus inicios han dado sobradas muestras de que estaban en condiciones de liderar un proceso de cambio en la provisión de la energía eléctrica. Este será uno de los temas a desarrollar en el 3° Congreso de FEDECOBA.
Artículo publicado en la edición n°98 de Identidad Cooperativa, revista de FEDECOBA.
En sintonía con el movimiento cooperativo global, FEDECOBA ha adherido a la convocatoria de Naciones Unidas que se ha planteado hacer realidad para el año 2030 los diecisiete “Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para transformar el mundo” promoviendo la prosperidad de sus habitantes sin descuidar la protección del planeta.
Como ya lo adelantáramos en la edición 94 (mayo/junio 2017) de Identidad Cooperativa, uno de esos objetivos tiene directa relación con la actividad específica de las cooperativas distribuidoras de electricidad. Se trata del ODS N°7 que se propone “Garantizar el acceso a energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos”.
Para Naciones Unidas el acceso universal a la energía es esencial para el desarrollo integral de las personas. En este sentido, las cooperativas eléctricas argentinas desde sus inicios, con la experiencia pionera de Punta Alta desde 1926, han dado sobradas muestras de que estaban en condiciones de liderar un proceso de cambio en la provisión de la energía eléctrica enfrentando las prácticas abusivas de las empresas de capitales lucrativos, a través de la creación de empresas sociales gobernadas democráticamente por los propios vecinos usuarios del servicio.
Garantizar el acceso a una energía asequible ha sido también el proceso que llevó al desarrollo de miles y miles de kilómetros de redes de electrificación rural cooperativa (más del 80% del total del tendido eléctrico rural ha sido construido y es operado bajo el sistema cooperativo) posibilitando el crecimiento de las economías regionales, el fortalecimiento de encadenamientos productivos con valor agregado en el lugar, el arraigo de los pobladores en sus comunidades y la generación de un afecto societario por la propia empresa en manos de los vecinos usuarios del servicios, entre otros aspectos positivos.
Hoy el 95% de las empresas distribuidoras de electricidad en la Argentina son cooperativas y están presenten en 720 localidades de quince provincias abasteciendo al 17% de la población nacional, cumpliendo además una importante función social que no se limita simplemente al servicio de provisión de electricidad.
Fueron también las cooperativas eléctricas bonaerenses, adelantándose en casi dos décadas a la recientemente instrumentada Tarifa Social, las primeras en instaurar entre sus asociados la Tarifa de Interés Socialproponiendo al Estado provincial “medidas concretas que aseguren el acceso a la energía eléctrica, entendida ésta como un derecho elemental de todos los ciudadanos, a los sectores del entramado social actualmente más comprometidos económicamente, entre ellos carenciados, desocupados transitorios o estructurales y clase pasiva con bajos haberes” (Coloquio 2000).
Por otra parte, siempre en sintonía con el ODS 7, como concesionarios de un servicio público elemental para el desarrollo de sus comunidades, las cooperativas operan y mantienen de forma segura sus instalaciones, garantizando la eficacia del servicio a sus asociados/usuarios, cumpliendo con las metas y niveles de calidad, confiabilidad y seguridad establecidos en los correspondientes contratos de concesión y en cumplimiento de las normativas emanadas de la autoridad de aplicación u organismo de control.
Prueba de ello es que aún en épocas en que la tarifa dispuesta por el Estado y aplicada por los prestadores eléctricos no reconocía los costos propios de distribución impidiendo la generación de recursos suficientes para la renovación de equipos o expansión de redes, fueron los propios vecinos autogestionarios del servicio quienes recurriendo a la capitalización de la empresa cooperativa hicieron sus aportes para asegurar la provisión de energía eléctrica sostenible, es decir, capaz de satisfacer las necesidades presentes y anticipándose a las de las futuras generaciones.
Además, porque la responsabilidad social forma parte de la naturaleza intrínseca de las cooperativas eléctricas y porque la eficiente atención del asociado-usuario es prioritaria, han dado ejemplo de cómo mejorar la provisión energética evitando los recurrentes cortes tan característicos en algunas regiones en donde la prestación del servicio se mide en meros términos de beneficios económicos. Esto también de la mano de la constante incorporación de modernas tecnologías que favorezcan el cuidado del medio ambiente.
Renovables
En este sentido, el cooperativismo eléctrico argentino ha sido pionero en la incursión de energías limpias o no contaminantes -término como se conoce también a las energías de origen renovable- cuando en la década de 1990 comenzaron a instalarse los primeros molinos eólicos de la mano de distribuidoras cooperativas. Lamentablemente, sin acompañamiento normativo acorde y con altos costos de mantenimiento, con el tiempo la mayoría de ellos cayeron en desuso.
Sin embargo, en los últimos años, hubo una fuerte apuesta por la generación de energías renovables como política estratégica del Ministerio de Energía y Minería de la Nación. En tal sentido, fue sancionado el “Régimen de Fomento Nacional para el uso de Fuentes Renovables de Energía destinada a la Producción de Energía Eléctrica” (Ley 27191), que procurará alcanzar una ambiciosa meta: que las fuentes renovables de energía representen el 20% del consumo eléctrico nacional al 31 de diciembre de 2025.
Si bien este régimen ha sido acompañado del Programa Renovar con sus rondas 1, 1,5, 2 que desde su lanzamiento en 2016 ya ha adjudicado 147 proyectos que prevén inversión privada y se espera el lanzamiento de la ronda 3 para 2018 con participación público privada, los prestatarios cooperativos –más allá de algunas experiencias concretas y otras en estudio- se han mantenido más bien expectante dado que se requiere de importantes inversiones en un contexto en donde el sector está atravesando aún el proceso de recomposición tarifaria.
Por otra parte, otro reciente cambio en la normativa que afecta al sector eléctrico ha sido la sanción de la Ley 27.424 que aplica el Régimen de Fomento de la Generación Distribuida de Energía Renovable Integrada a la Red Pública que –básicamente- permitirá a los usuarios generar energía renovable e inyectar a la red los excedentes de la misma.
No obstante, diversas entidades, entre ella la confederación COOPERAR, han remarcado que si no se reglamenta adecuadamente, se podrían producir inequidades dado que si el distribuidor no puede incorporar ningún cargo adicional por mantenimiento de red u otro concepto por generación distribuida, se estará impidiendo “a futuro la manutención de un sistema social y solidario de abastecimiento de energía eléctrica”.
Conclusión
En definitiva, las empresas cooperativas, basadas en su modelo de gestión democrática que propicia a su vez un armónico desarrollo económico, social y ambiental de las personas y su entorno, están en condiciones de liderar el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS N°7) relacionado con el acceso a energía asequible y no contaminante y necesariamente deben ser actores principales en el proceso de la implementación de energía limpias en la Argentina, puesto que son las únicas que –por bagaje histórico, valores y principios rectores- pueden garantizar que el mismo sea inclusivo y se desarrolle con equidad social.
De algún modo, fue adelantado en el documento “Agenda cooperativa para defender el planeta” publicado por el actual presidente de la ACI y titular de FEDECOBA, Ariel Guarco, quien en uno de los apartados dedicados a la gestión sostenible de los recursos expuso: “Las cooperativas eléctricas de mayor tradición, las nuevas iniciativas estrictamente vinculadas al consumo de energía renovable, junto a todas las iniciativas de carácter comunitario y municipal, deben desarrollar una estrategia común para que la ampliación de la producción y consumo de energías limpias y renovables esté asociada a un proceso de democratización del poder económico”.
En sintonía con esta temática, FEDECOBA ha incluido dentro de los ejes de trabajo de su 3er. Congreso Cooperativo (Mar del Plata, 16 y 17 de agosto de 2018) un panel específico para analizar y debatir sectorialmente en torno a cómo las cooperativas eléctricas pueden hoy renovar el histórico desafío alienado ahora con el Objetivos de Desarrollo Sostenible que promueve garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos.