Por Miguel Sarmiento, Secretario Institucional de FEDECOBA.
Síntesis de la disertación en Trenque Lauquen, el 21 de abril de 2012, en el cierre de las “IV Jornadas de Historia Regional del Oeste Bonaerense”.Es notorio cuánto se habla hoy en nuestro país de cooperativismo y sobre todo de cooperativas, pero cuán poco se conoce de lo que son, para qué existen y cómo funcionan.
Por eso, en este 2012 al que las Naciones Unidas han señalado como el Año Internacional de las Cooperativas bajo el slogan de “Las empresas cooperativas construyen un mundo mejor”, no viene nada mal adentrarnos en lo más profundo de este mundo cooperativo que, como todo movimiento económico-social, sigue teniendo algo de misterioso. Sobre el cual abundan los interrogantes; pero también las respuestas.
El término “MOVIMIENTO” es fundamental para entender en plenitud este tema. Ninguna cooperativa está sola ni aislada en el mundo. Está integrada en un Movimiento muy bien estructurado. Forma parte de él. (Dice el diccionario que Movimiento -entre otras posibles acepciones- es una “acción colectiva, dotada de organización, que pretende actuar sobre el conjunto de la sociedad para provocar en ella cambios fundamentales. Se apoya en algunos principios básicos como el de identidad entre sus miembros y el de referencia a unos valores globales”).
Se espera que el 2012 sea un año que quede en la historia grande del movimiento cooperativo. El año internacional de las cooperativas, fue declarado por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) el 18 de diciembre de 2009, en la 64° reunión general, en una resolución sobre “Las Cooperativas en el Desarrollo Social”, apoyada por 55 países, cuyo lanzamiento oficial se realizó el 2 de noviembre del pasado año, valorando positivamente el aporte de las cooperativas al desarrollo sostenible.
En la resolución se reconoce que el modelo de empresa cooperativa es un factor importante en la realización del desarrollo económico y social. Especialmente solicita a los gobiernos, instituciones internacionales, organizaciones cooperativas y entidades de promoción al desarrollo cooperativo, a brindar su apoyo y alentar su conmemoración.
En la actualidad, el sector cooperativo está formado por cerca de 800 millones de personas de más de 100 países, y se estima que proporciona más de 100 millones de empleos. En su informe Global 300, la ACI señaló que solamente las 300 cooperativas más importantes del mundo son las responsables de gestionar un volumen de negocios que representa el tamaño de la décima economía más grande del mundo.
La visibilidad, repercusión y conocimiento de los proyectos cooperativos permitirán la aplicación mejor de los recursos, ya que hoy existe un marco de oportunidad política para el uso y gravitación de los modelos asociativos de la economía solidaria como herramienta de desarrollo sostenible e inclusivo.
A la declaración de la ONU, en la Argentina se suma además la convocatoria al Congreso Argentino de las Cooperativas 2012 (CAC 2012) bajo el lema: “Las empresas cooperativas argentinas construyen un país mejor”.
Las cooperativas han dado sobradas muestras de vocación de servicio, arraigo, capacidad de gestión, eficiencia: todo lo que no pueden dar los accionistas de las empresas comerciales. Fueron las primeras en implantar la Tarifa de Interés Social, ayudando de este modo a los sectores de menores recursos. Fueron pioneras y casi únicas en electrificar el campo… Ahora bien:
El cooperativismo argentino en general sigue atravesando en nuestros días una importante crisis, que se asienta más que nada en cierta pérdida de identidad. La misma representa la culminación de un proceso de profundización y supremacía de uno de los términos de contradicción entre el “carácter asociativo” y el “carácter empresarial” de las entidades de naturaleza solidaria, de propiedad conjunta, no lucrativa, y que resulta de su inevitable inserción en el medio adverso de la comúnmente llamada economía de mercado.
La Alianza Cooperativa Internacional sentó recientemente el concepto de que el cooperativismo está constituido por empresas que actúan en el mercado competitivo, pero que a la vez constituye un movimiento popular basado en criterios solidarios y controlado democráticamente. Que en su primera condición debe representar la más alta eficiencia dentro de la economía competitiva, pero al mismo tiempo conservar su carácter de movimiento democrático autogestionario. Que debe ser un instrumento eficaz para proteger los intereses económicos y sociales de sus asociados, pero también para influir en el desarrollo económico de la comunidad y de la vasta masa de los ciudadanos.
ALGUNAS REFLEXIONES
Desde sus inicios el cooperativismo se impuso como una valiosa alternativa casi por todas partes en el mundo. El cooperativismo hace frente a organizaciones que por lo general desestabilizan el frágil equilibrio del mundo.
El cooperativismo debe colocarse frente al libre mercado mundializado, que impone una filosofía básica * que exige la competición y no la cooperación, * que responde a las necesidades financieras antes de responder a las necesidades del hombre, * que distribuye según la riqueza de algunos más bien que sobre la base de la equidad, * que valoriza el proyecto individual en vez del proyecto colectivo, * que garantiza y promueve la potencia financiera personal en vez de la responsabilidad colectiva, * que construye su poder en función del capital y no en función de un poder democrático….
Creer en la educación cooperativa es creer que es necesario formar una persona (EL HOMBRE COOPERATIVO) solidaria y convencida. No puede existir movimiento cooperativo sin cooperativas sólidas y bien estructuradas. No puede haber cooperativas sólidas y estructuradas sin cooperativistas solidarios y convencidos. No puede haber cooperativistas solidarios y convencidos sin una educación cooperativa, formal o informal. Educar para la cooperación es TRANSFORMAR a la persona antes de formarla, es definir al cooperativista (el hombre cooperativo) antes de construir las cooperativas. El éxito o el fracaso de las cooperativas depende en gran parte del cuidado prestado a la educación de sus miembros.
La cooperativa no es, entonces, solamente una empresa económica, sino sobre todo una asociación de personas motivadas cooperativamente, gentes educadas para la cooperación, “transformadas” por la cooperación.
EN CUANTO AL “HOMBRE COOPERATIVO”:
Se apunta a un hombre plenamente realizado en todas sus virtualidades, con un profundo respeto por todos los demás seres humanos, independientemente de sus preferencias políticas, creencias religiosas, color de piel, origen social o lugar del planeta en donde haya nacido.
Debe haber tomado conciencia de que es posible erigir una economía al servicio del hombre y sus necesidades, y que no dependa de las ansias de poder o de lucro de unos cuantos, o de una burocracia omnipresente y todopoderosa.
El líder cooperativista debe estar presto a asumir sus obligaciones como consumidor o usuario de bienes o servicios, dando vida a empresas sin fines lucrativos y que permitan hacer llegar al pueblo lo que precisa para una vida digna, a precios justos y óptima calidad.
Ese debe ser el hombre cooperativo para una nueva sociedad auténticamente solidaria, lo más cercano a la utopía en este planeta de tantas injusticias, guerras y esclavitudes. Lo importante: ese mundo es posible.
LOS GRANDES DESAFÍOS DE HOY:
Los dirigentes cooperativistas deben advertir a tiempo que los vientos de cambio soplan en toda la geografía mundial. La situación del hombre contemporáneo y su contexto histórico se caracterizan por el cambio rápido y constante. La vida cotidiana de la gente experimenta, cada vez más, la aceleración traída por la tecno-ciencia. La técnica y la industrialización demandan gente cada vez más capacitada. La movilidad social de las personas exige más y mejor educación. En este entorno complejo, turbulento y difícil, las organizaciones solidarias tendrán que apostar a su supervivencia y crecimiento, dentro de una creciente dinámica competitiva.
En consecuencia, tendrán que educar, formar y capacitar a la gente que las integra y trabaja en ellas. Esto es ya una demanda en todas las organizaciones a nivel mundial; no es un fenómeno de coyuntura, que pueda ser afrontado con meros retoques para mantener las apariencias. Especialmente, debe ser comprendido por los dirigentes cooperativistas, llamados a ejercer una visión anticipatoria y estratégica de los desafíos del movimiento cooperativo, para afrontarlos con posibilidades de éxito. Ese objetivo es mantener la identidad, la personalidad y la supervivencia de las organizaciones cooperativas en el nuevo siglo. Para lo cual se debe movilizar toda la inteligencia de la gente que las constituyen.
“En un momento tan crucial como el actual, las Cooperativas deben pugnar por convertirse en oasis de cordura en un mundo bastante enloquecido… La historia del futuro no se ha escrito todavía, y los cooperativistas deben estar decididos a tener una participación protagónica en su escritura” (ALEX LAIDLAW).