(Infobae) Algunas empresas ya comenzaron a implementar el modelo home office y se espera que en el corto plazo se generalice. Los problemas de velocidad de acceso a Internet a nivel familiar versus lo preparadas que están las organizaciones para enfrenar el cambio.
Ya sea por prevención, por cumplir con las cuarentenas establecidas para quienes hayan estado en países de riesgo o en contacto con personas infectadas, o porque las organizaciones entendieron que es el camino a seguir para contener y cuidar a sus trabajadores, lentamente en la Argentina muchas compañías están optando por comenzar a operar bajo el modelo de “home office” o “teletrabajo”.
Hasta el momento el país que ha llevado adelante la mayor experiencia de manera masiva en sus diferentes centros de trabajo fue China. No sólo las empresas sino toda la actividad educativa, en todos los niveles, pasaron a ser remotas con el fin de contener una mayor expansión del virus Covid-19 conocido como coronavirus. En el resto de los países del mundo el teletrabajo se fue extendiendo por sectores a medida que se iban imponiendo las restricciones, sin que ello implique que los empleados y sus directivos se expongan al posible contagio.
Mientras en el mundo esto que hoy se transformó en una realidad se podría volver una cotidianidad en la Argentina de las próximas semanas en paralelo avancen los riesgos de mayor circulación del coronavirus. La pregunta es si un país en donde persisten los “baches” de señal para hablar por teléfono celular, se discute la colocación de antenas 4G mientras el mundo ya consume 5G y, a todo esto, el costo de la conectividad que es dólares en un país en recesión, con inflación y con tipos de cambio diferenciados; está preparado para enfrentar el desafío.
Es bien conocida la precariedad de las comunicaciones por celular y la pobre velocidad de conexión con la que cuentan la mayoría de los hogares argentinos. Un indicador es la cantidad de (torres de comunicación) por tarjeta SIM (no es exactamente igual a la cantidad de torres por celular, porque un celular puede tener más de una SIM y hay tabletas que también disponen de una tarjeta SIM). Se trata de un indicador que permite medir “la capacidad instalada” para brindar un tráfico de señales inalámbricas eficiente y de calidad. En este aspecto, la Argentina ocupa el sexto lugar en LATAM en cuanto a la cantidad de SIMs por torre. Apenas por encima de Brasil, pero bastante lejos de Chile o Paraguay. Incluso los mejores países de la región están lejos de poder compararse con el promedio de la Unión Europea.
Según datos del sector, la Argentina cuenta con unas 17,250 torres, y según estimaciones privadas, se necesitaría duplicar su cantidad para que la cobertura y cuadruplicarla para que la calidad puedan estar en línea con los promedios regionales.
Pero, a pesar de esos números, la Cámara Argentina de Internet (Cabase), asegura que para finales de 2019 los datos del sector mostraba que hay “una penetración de la banda ancha que se acerca al 65% de los hogares y con velocidades que apenas superan los 6 MB”.
El último Cabase Internet Index de 2019 analiza la evolución de los accesos y penetración de Internet fija por provincia, entendiendo la penetración como la cantidad de accesos por cada 100 hogares. En este sentido, el estudio revela que con una variación interanual de 9,8%, el total de accesos de banda ancha fija a nivel país pasó de 8.347.035 a 9.164.684 de septiembre de 2018 a septiembre de 2019, alcanzando una penetración del 65,8%. Al analizar la evolución a cuatro años vista, surge que entre septiembre de 2015 y septiembre de 2019 aumentó 32,1% la cantidad de accesos de banda ancha fija, sumándose 2,22 millones de nuevos accesos en el país.
Al evaluar los niveles de penetración por provincia, el estudio muestra que todas crecieron en sus niveles de penetración y algunas de ellas en niveles notables, especialmente aquellas que parten de índices de penetración muy bajos respecto de la media del país. Sin embargo, los resultados del informe siguen dando cuenta de una importante disparidad en los niveles de penetración según la provincia.
Mientras la Ciudad de Buenos Aires tiene más conexiones que hogares y la penetración a nivel nacional alcanza al 65,8%, aún hay provincias con niveles de penetración por debajo del 50% como es el caso de La Rioja 47,9%, Chubut 47,6%, Salta 44,5%, Jujuy 44,3% y Mendoza 40,7%, y mínimos en Tucumán 39,5%, Misiones 39,3%, Corrientes 38,5%, San Juan 37,1%, Chaco 35,9%, Santa Cruz 35,6%, Catamarca 30,9% y Formosa 30,1 por ciento.
“Si bien Argentina tiene una buena tasa de penetración promedio de internet, las características de la vasta geografía y la dispar densidad poblacional hace que el mayor desarrollo de redes y servicios de los grandes operadores se concentre principalmente en las grandes ciudades. Necesitamos mayores inversiones en infraestructura para que los usuarios de todo el territorio argentino puedan contar con servicios de internet de calidad y a precios accesibles. Esas inversiones son las que llevan adelante las PyMEs y cooperativas en las ciudades del interior y que son producto de un gran esfuerzo económico que debe ser acompañado con financiamiento y políticas de fomento más agresivas de las inversiones en FTTH”, sostuvo Ariel Graizer, presidente de Cabase.
Otro punto importante es la velocidad de las conexiones. Según un informe de la Enacom de finales de 2019 el mercado local que en 2015 estaba dominado casi en su totalidad por velocidades que iban de 1 a 6 Mbps. A septiembre de 2019, las velocidades superiores a 6 Mbps se consolidan en franco crecimiento y ya significan el 60,4% del total, mientras que las que están por debajo de ese valor tienden a la baja año a año y actualmente no llegan al 40% del total de conexiones.
En ese contexto Graizer le dijo a Infobae: «la conectividad no es una barrera pensando en un escenario en el que por cuestiones sanitarias las empresas deban enviar masivamente a sus trabajadores a hacer home office. Especialmente tomando en cuenta que los hogares tienen hoy conexiones que les permiten acceder a contenidos multimedia, Netflix, YouTube y juegos en línea, que consumen mucho más ancho de banda que las aplicaciones corporativas que podrían necesitar la mayoría de las personas para teletrabajar”.
Para el titular de Cabase las complicaciones que puede enfrentar una decisión de telerabajo masivo pueden estar más del lado de las compañías que definan enviar a sus empleados a trabajar remoto que de las conexiones. “No está muy claro si las empresas están en condiciones. Entendemos que las grandes compañías no van a tener inconvenientes, pero hay que ver si las pymes están preparadas teniendo en cuenta que hay un buen número que ni siquiera tiene un escritorio remoto que es lo más básico para operar”.
Con respecto a las conexiones, Graize señaló que las redes troncales “tienen capacidad de sobra. No se sabe cuánto de la última milla -la conexión desde el cable de la calle a las casas- es fibra óptica y cuánto es inalámbrico. Si es fibra no van a tener problemas, si es a través de una antena lo que puede suceder es que se vuelva más lenta dependiendo de la cantidad de gente que se conecte a la misma antena”.
Atentos a la posibilidad de que el teletrabajo se expanda y se profundice, Graize se reunió con autoridades del Ministerio de Desarrollo Productivo para conversar sobre la posibilidad de acelerar las importaciones de equipos. “Vamos a hablar con el Gobierno para que facilite la importación de antenas, equipos y otros y que se revea el arancel que pagan los equipos -que tienen un costo en dólares- por lo menos para atravesar esta crisis”.
Por el lado de los empleados que van a estar trabajando desde su casa, Alexandra Manera, Directora de Recursos Humanos del Grupo Adecco para Argentina y Uruguay, explicó algunos tips a tener en cuenta a la hora de organizar el “escritorio remoto”.
“Hay que definir un horario, marcarse unas horas de trabajo y unas horas de descanso. Es muy importante hacerlo y aún más cumplirlo”, señaló Manera. “Es importante que exista una comunicación constante entre los miembros del equipo y reportar avances a tiempo para evitar la impresión de que el trabajo remoto afecta negativamente la operación”, agregó.
Por último, señaló que es fundamental “acondicionar” el espacio de trabajo que funcione como oficina en tu casa. “Lo básico es que sea un espacio bien iluminado, cómodo y con algo de privacidad. Además, aunque sea tentador quedarse en pijama u ojotas todo el día, cambiarte de ropa te ayudará a ponerte en mentalidad ‘trabajo’ y mejorará tu desempeño”.
Pero más allá de la urgencia que plantea el COVID-19, hay una dimensión estructural que hace a la productividad y potencial de crecimiento de las economías. Los líderes gubernamentales y empresariales saben que se necesita adoptar la tecnología digital como una fuente de crecimiento y mayor competitividad.
En un estudio conjunto, Accenture Strategy y Oxford Economics no solo confirmaron el vínculo entre un mayor uso de tecnologías digitales y una mayor productividad, sino que también cuantificaron el impacto resultante en la competitividad y el crecimiento económico. Según su análisis, una mejora de 10 puntos en la densidad digital podría elevar las tasas de crecimiento promedio anual en alrededor de 0.25 puntos porcentuales en las economías avanzadas y alrededor de 0.5 puntos porcentuales en los mercados emergentes.