(Pregon Agropecuario) A la hora de establecer prioridades, suele ocurrir que por ser una constante la buena prestación, no se valoren como corresponde la calidad de los servicios, en muchos casos de excelencia, que brindan las cooperativas. Por Aldo Norberto Bonaveri
Las derivaciones del coronavirus en la economía son insoslayables, afectando de distinta manera a la mayoría de las diferentes actividades que se desarrollan en el país. Obviamente, no escapan a esta problemática las cooperativas de servicios públicos y, a ello voy a referirme.
El tiempo que estas entidades solidarias permanecieron a puertas cerradas por la cuarentena conspiró notoriamente en sus finanzas; principalmente teniendo en cuenta que en ningún caso dejaron de brindar sus servicios: energía eléctrica, gas, agua, cloacas, telefonía, Internet, sepelio, etc., a casi 8.000.000 de habitantes en quince provincias del territorio nacional, a través de 600 cooperativas que agrupan a 2.000.000 de asociados.
Por lo expuesto, queda claro que como prestadoras de servicios esenciales ininterrumpidos, las cooperativas se han visto en la necesidad de incrementar sus costas, encontrándose en contraposición con limitaciones en materia de cobranza, en un escenario complejo.
Cómo es de público conocimiento, el Gobierno nacional mediante el Decreto de Necesidad y Urgencia N° 311/2020, determinó que por 180 días se impedían los cortes por mora en los servicios de energía eléctrica, agua, gas, telefonía fija y móvil, Internet y televisión por cable. Al respecto se ha generado una confusión por parte del público, e inclusive de comunicadores, dando por sentado que esa disposición era de alcance general, cuando no es así. La normativa de marras alcanza a las personas que cuentan con el beneficio de la tarifa social y algunos casos puntuales consignado en citado el DNU.
Ya avanzado abril, es menester que las cooperativas puedan cobrar sin mayores dilaciones las facturas por los servicios prestados, ello es perentorio para poder hacer frente a los salarios, insumos, erogaciones de funcionamiento y el pago de los suministros a las empresas distribuidoras; máxime cuando en general la morosidad ha crecido considerablemente en el último tiempo (así está ocurriendo en muchas entidades), con las consecuencias que pueden acarrear un corte en la cadena de pagos, y una eventual caída en la calidad de los servicios, factor preservado a ultranza por la gran mayoría de las cooperativas prestadoras.
Corresponde señalar que en estos tiempos complicados, a diferencia de empresas públicas y corporaciones, donde los usuarios son un número, en las cooperativas siempre se efectúa atención personalizada, recibiendo reclamos e inquietudes, dando las explicaciones del caso y contemplando razones justificadas. Ahora, producto de la cuarentena, varias han implementado pagos digitales aceptando diferentes medios, facilitando así el cumplimiento de sus asociados.
No se puede relativizar la situación de emergencia que atraviesa el país y, en las cooperativas por su concepción filosófica y accionar, es donde mejor se interpreta la coyuntura de los sectores más desprotegidos de la comunidad, realidad que de alguna manera y con diferentes características del medio o la entidad se han venido contemplando.
Es fundamental la concientización que debe imperar en los asociados, los más vulnerables amparados por el decreto tienen la tranquilidad que por el lapso previsto no habrá corte de servicios, no obstante, es importante disciernan que en la medida más facturas se acumulen, mayor será la dificultad para regularizar su situación, por ende a la postre de acuerdo de sus posibilidades, lo más conveniente es ir achicando la deuda.
Las cooperativas no persiguen fines de lucro, razón por la cual el propósito es operar al costo real, son entidades democráticas propiedad de sus asociados, cada uno de nosotros contamos con un voto en las asambleas, sin importar las acciones que poseamos y, todos gozamos de los mismos derechos y obligaciones. En consecuencia debemos velar por el buen funcionamiento de la institución en todos los aspectos y, honrar en tiempo y forma nuestros compromisos es fundamental.
A la hora de establecer prioridades, suele ocurrir que por ser una constante la buena prestación, no se valoren como corresponde la calidad de los servicios, en muchos casos de excelencia, que brindan las cooperativas. Seguramente esa falencia en justipreciar resultados consista en que es más noticia si la luz se corta con frecuencia que si no se interrumpe, y así otro tanto con cada servicio.
Es imprescindible comprender que es menester ser solidario y consecuente, si pretendemos seguir teniendo buenos servicios, las cooperativas tienen que hacer las inversiones correspondientes para darle sustentabilidad en el tiempo, contar con asesoramiento técnico y personal capacitado, disponer de equipamiento adecuado y adquirir insumos y material apropiado en cada una de las áreas.
Para que esta ecuación sea posible, es preciso que aun haciendo un esfuerzo, quien esté condiciones honre puntualmente su compromiso.