(Noticias de Bunge) La cooperativa de Electricidad, Obras y Servicios Públicos de Emilio V. Bunge cumple 60 años, en el marco de una realidad compleja.
Por Tomás Penacino
El lunes 30 de julio de 1960, vecinos reunidos en el salón de la Sociedad Española de Socorros Mutuos, dieron vida a la Cooperativa Eléctrica de Emilio V. Bunge. Desde entonces, a ningún vecino escapa, que la entidad se ha convertido en uno de los ejes traccionadores de la economía local. El protagonismo social de la cooperativa, ha permitido por otra parte, que se constituyera en el “ángel custodio” de las instituciones locales, ayudando a nacer a algunas (tal el caso de la Escuela Especial N° 502) y contribuyendo al sostenimiento de otras.
El 60° aniversario encuentra a la cooperativa, inmersa en un contexto de pandemia mundial, de cuyos efectos no está exenta, por más que alguien tenga la creencia que, al menos a nivel local, se trata de “la gallina de los huevos de oro”.
Hacia nuevas formas de solidaridad
El presidente de FEDECOBA y de la ALIANZA COOPERATIVA INTERNACIONAL, Ariel Guarco, expresaba recientemente que: “La pandemia es el momento del paradigma cooperativo. A nadie se le ocurriría que la mejor forma para resolver el tema es competir con el vecino. Hasta los nacionalismos más extremos han comprendido que de nada sirve la competencia. La solución sólo puede ser cooperativa.” El dirigente recogió expresiones del Papa Francisco ante el drama del COVID 19, que marcan de cierto modo un camino: “Nadie se salva solo”; “la tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad”; “Hay que practicar nuevas formas de solidaridad”.
A ningún buen observador escapa, que nada será igual a partir de esta conmoción de la economía social que atraviesa el planeta. Para que nuestra cooperativa pueda seguir siendo protagonista fundamental en la vida de nuestro pueblo, deberá tomar nota de esta hora que reclama que ninguno de los actores que la componemos: socios, consejeros y empleados, “nos hagamos los distraídos”.
Compromiso, creatividad y grandeza
Seguramente se hará necesario, en primer lugar, despertar a la participación. El “mirar desde afuera (siendo “parte” como socio y opinar sin aportes”) es uno de los principales dramas de gran parte del movimiento cooperativo. Este momento requerirá también del asesoramiento adecuado de los consejeros, acerca de los cambios estructurales que serán necesarios, no solo para sobrevivir a la pandemia, sino también para apuntalar nuevas iniciativas cooperativas que respondan a la demanda de estos tiempos. Aquí me permito señalar humildemente, dos espacios que deberían enfrentarse: la educación digital y el incentivo para la promoción de cooperativas de trabajo que den respuesta al aumento de la ocupación informal y a la falta de oportunidades laborales.
Por último, la coyuntura exige también actos de grandeza, no solo de los socios que, abandonando sus ocupaciones, ofrezcan su tiempo y capacidades para el bien común, sino también del personal, que si bien su actitud de servicio es siempre resaltada, se ve empañada a veces por actitudes que no se condicen con este alto concepto.
Tomar nota de estos temas, será el mejor modo de celebrar, en la austeridad y el silencio que la hora impone, los sesenta años de aquel día en que nuestros mayores, decidieron que la organización cooperativa era el gran modo de darse respuestas a las demandas de la comunidad.