(Nota de Prensa 029_2022) A 40 años del conflicto bélico de Malvinas, José Portaluppi, consejero de la Cooperativa Eléctrica de Punta Alta y veterano de guerra, rememora el rescate de los sobrevivientes del crucero General Belgrano, acción de la que fue protagonista. Destaca el valor de la solidaridad y su relación con el cooperativismo // Artículo publicado en Identidad Cooperativa N°119.
La tarde del 02 de mayo de 1982, en plena Guerra de Malvinas, el crucero General Belgrano retornaba hacia la zona de las Islas de los Estados luego de cumplir con su misión al suroeste del archipiélago malvinense, fuera del área de exclusión militar fijada de forma unilateral por el Reino Unido de Gran Bretaña. El buque de la Armada Argentina navegaba escoltado por los destructores Piedrabuena y Bouchard. A bordo de este último, como parte de la tripulación, iba José Portaluppi, por entonces un joven de 23 años con el grado de cabo primero.
Pocos minutos después de las 16:00 horas el Belgrano, producto del impacto de dos torpedos lanzados por el submarino inglés Conqueror, se hundiría en las frías aguas del Atlántico Sur. En 40 minutos se lo devoró el mar. Y también se llevó la vida de 323 tripulantes, casi la mitad de los fallecidos en el conflicto bélico. Otros 770 batallaron con olas de hasta 8 metros de altura y vientos de 100 kilómetros por hora a bordo de las balsas salvavidas, hasta que 36 horas después fueron rescatados por las naves que acudieron en auxilio; entre ellos el Bouchard, a pesar de haber recibido también el impacto de un tercer torpedo que no explotó directamente pero que causó serios daños al buque.
40 años después, José Portaluppi, actual consejero de la Cooperativa Eléctrica de Punta Alta (CEPA) y activo participante de las actividades impulsadas por FEDECOBA, se emociona al recordar aquellos momentos que marcaron su vida y la de tantos argentinos. “Habíamos salido de Ushuaia junto al crucero General Belgrano y el destructor Piedrabuena. El día anterior nos informaron que íbamos a entrar en combate con la fuerza naval inglesa. Izamos el pabellón de guerra, cantamos el himno, hicimos las salvas y quedamos listos para lo que sucediera…“, cuenta. Pero más tarde llegó la orden de replegarse rumbo al continente y la misión se abortó.
Así, ese trágico 02 de mayo el Bouchard navegaba a la derecha (estribor) del Belgrano, a la altura de la proa, a unos 8 o 10 kilómetros de distancia. “Serían las cuatro y cinco de la tarde, yo recién dejaba la guardia y me había ido a descansar al dormitorio (sollado) que estaba por debajo de la línea de flotación”, rememora José. Entonces una explosión sacudió el buque. Era uno de los torpedos del submarino inglés. “Nos quedamos todos paralizados. En ese momento tocan combate antisubmarino. Inmediatamente fui a cubrir mí puesto como operador director del cuarto sonar. Se podía observar como el crucero General Belgrano iba desapareciendo de la pantalla del radar. ¡Es que se estaba hundiendo!”, continúa recordando este veterano de guerra oriundo de San Lorenzo (provincia de Santa Fe).
El impacto generó once orificios en el casco del Bouchard. La nave se alejó entonces de la zona para evadir otro posible ataque. “Cuando volvimos ya era de noche, no se veía nada. Igual buscábamos por el radar pero sin tener idea de que había pasado con el Belgrano”, prosigue en su relato Portaluppi. Al amanecer “el mar estaba tranquilo, parecía una pileta, pero no se veía a más de 100 metros. Había una bruma que lo cubría todo. Ya había en la zona aviones dando vueltas, comenzábamos a ver trapos y aureolas de combustible en el agua. Ahí nos dimos cuenta que estábamos en el lugar del hundimiento”.
Para José hay un instante que quedará siempre grabado: “nunca me voy a olvidar cuando esa mañana, en medio de la niebla, se escucha un ‘¡Viva la Patria!”. El grito provenía desde una de las balsas con sobrevivientes. Allí comenzó el operativo de rescate. El panorama era desolador: “gente quemada, mojados, temblando de frio. Nosotros rescatamos cerca de 70 tripulantes del Belgrano, con los cuales compartimos todo lo que teníamos”.
José Portaluppi se retiró en 2010 de la Armada como Suboficial Mayor. Actualmente es consejero titular y secretario del Consejo de Administracion de la Cooperativa Eléctrica de Punta Alta (CEPA), la primera entidad del rubro no solamente en la Argentina, sino en Sudamérica. Desde la Comisión de Educación de la CEPA acompaña y participa de distintas acciones para promover los valores de la cooperación. Desde allí es posible asociar aquellos momentos vividos durante la guerra con su militancia en el cooperativismo. “Todo está en la solidaridad, en la preocupación por el otro, el ponerse en el lugar del otro, en el pensar a través del otro. Ahí está la conexión con el cooperativismo. Además siempre tuve una preocupación por lo social, soy asistente social. También en el ejemplo de mi madre que falleció a los 36 años, que siempre trabajó por el otro y con el otro. Y eso es lo que tiene el cooperativismo”, sostiene.
A partir de ahí comenzó también a elaborar los mecanismos para superar el duelo que sobrevino al concluir la Guerra de Malvinas. “En Punta Alta somos de cerca de mil los veteranos de guerra, pero yo empecé a hablar de estas cosas en el año 2.000. En las charlas que daba de ingreso a la Armada. Creo que el apoyo y el reconocimiento de los chicos en esas charlas, en escuelas secundarias, me dio fuerzas para empezar a soltar este gran duelo que fue la pérdida de la guerra y de tantos compañeros camaradas. Creo que he tenido los mecanismos de defensa como para sobrellevarlo, otros lamentablemente no han podido”, concluye.
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