(Ansol) El reconocimiento del rol de las cuidadoras y los cuidadores aún es insuficiente. Si bien contamos con proyectos, cursos y formaciones, nos falta una legislación. Sin embargo, no sólo es necesario luchar por ella, sino también, una vez que tengamos la ley, por su reglamentación, que también será compleja. Y tampoco podemos desatender “el formulario”: ese lugar donde no figuramos, donde no nos encontramos, un espacio en el que también se dirimen las políticas públicas. Por Gustavo Sosa, coordinador General de la Incubadora de Cooperativas y Mutuales de Cuidados (INAES-AMAPEPYP)
Un aspecto interesante de uno de los proyectos de Ley con los que contamos (el presentado por la Diputada Macha junto con otros legisladores) es que reconoce el rol de las cuidadoras y los cuidadores y, también, a las distintas formas a través de las cuales se presta el servicio: bajo relación de dependencia, de forma autónoma y el trabajo autogestionado y cooperativo. Ha costado un gran esfuerzo incorporar a las cooperativas en ese proyecto de ley, generalmente invisibilizadas en la legislación de trabajo en nuestro país en todos los niveles. Y esta revisión, destaco, fue gracias a la participación de la Red de Cooperativas de Cuidados.
Por su parte, el proyecto de ley Cuidar en Igualdad presentado por el PEN incorpora a su vez otros aspectos centrales, vinculados a la seguridad social y a las licencias. De esta manera, procuramos no replicar a través de la cooperativa las problemáticas que tenemos al trabajar de forma autónoma. ¿Qué ocurre ante una situación de enfermedad? ¿Quién cuida a quien cuida? ¿Y a las personas cuidadas por ella? ¿Cómo nos cubrimos en la cooperativa si varias de nosotras nos encontramos en una situación de enfermedad? Necesitamos un paraguas, una contención, un sistema de seguridad social que nos permita dar respuesta a esta situación sin afectar el buen desempeño de la cooperativa. Además de trabajar sobre la figura del monotributo, es necesario hacerlo, eventualmente, sobre una figura nueva en seguridad social para aquellas personas que integran cooperativas.
De allí la necesidad de trabajar en una legislación para las cooperativas de trabajo. Este año la Ley General de Cooperativas 20.337 que nos regula cumple 50 años. No tiene un capítulo especial para las cooperativas de trabajo. El INAES, a través de los años (y, sobre todo, en los últimos), ha generado normativa interesante para regular aspectos sensibles de las cooperativas de trabajo.
Sin embargo, el INAES es un organismo que puede reglamentar, regular: no puede generar una ley. Es por este motivo que resulta imprescindible contar con una ley de cooperativas de trabajo, y para ello trabajan las federaciones, confederaciones y redes. Veo un espacio muy novedoso para impulsar este debate en las cooperativas de cuidados, las cuales tienen muy presente la agenda de la seguridad social y la llevan a las federaciones que integran. Considero que ése es el espacio para dar nuevamente el debate por la legislación para las cooperativas de trabajo.
En relación con la inclusión del cuidado dentro del mundo de la salud, y a pesar de que esta inclusión pueda parecernos evidente, para el Estado y, en consecuencia, en las políticas públicas vigentes, no es así: durante los tiempos de la pandemia, como un ejemplo con consecuencias especialmente dolorosas, las cuidadoras y los cuidadores no fueron reconocidos como agentes de salud y priorizados, por lo tanto, en la provisión de las vacunas. Hemos tenido que lamentar la muerte de compañeras cuidadoras.
Ante una eventual situación semejante necesitamos la garantía de que este vacío legal no se repetirá. De allí la importancia de que se reconozca el trabajo de cuidados: para poder estar en la primera línea cuando se requiera. Debemos trabajar en conjunto con la Superintendencia de Servicios de Salud y con el sistema de salud tradicional para hacer entender que el cuidado es salud, y para que se integre a las cooperativas de cuidados. Son contadas con los dedos de la mano las cooperativas de cuidado de personas mayores, infancias, asistencia a personas con consumos problemáticos y personas usuarias del sistema de salud mental que están reconocidas como agentes de salud. Resulta prioritario trabajar fuertemente en ello.
La formación y la capacitación constituyen un aspecto central de las políticas públicas. Aquí tenemos tres universidades presentes, que venimos trabajando conjuntamente: somos universidades hermanas. Se trata de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, la Universidad Nacional de Quilmes y la Universidad de Chubut. Es necesario que desde las cooperativas y mutuales se solicite a las universidades en sus territorios que generen más proyectos y programas vinculados a la agenda del trabajo y de la formación en cuidados. La universidad es pública y debe atender la demanda pública.
La Incubadora de Cooperativas y Mutuales de Cuidados (www.incubacuidados.com.ar), cuya actividad coordino, es parte de una política pública. Se hace necesario que existan más espacios de atención y asistencia técnica: que en universidades y en ámbitos provinciales puedan reproducirse instancias de capacitación y formación profesional semejantes.
Como colofón, pero cuestión central si las hay, quiero destacar la necesidad de conformar un sistema de cuidados en Argentina, país cuya población está envejeciendo. Contar con un sistema de cuidados resulta imprescindible. Los proyectos sobre cuidados, dada su prioridad, deberían haber estado presentes en la agenda de las sesiones extraordinarias del Congreso. Esto no fue así. Instamos a profundizar el diálogo con los y las representantes de las distintas provincias para que se avance en este tema. Y recordemos que para avanzar en este camino, para poder incidir, se hace necesario que desde el mundo de la economía social dedicada a los cuidados logremos profundizar nuestra organización en todos los niveles.