Una persona afable, cálida, con un don de gentes muy especial que le ha permitido ganarse la simpatía y la amistad de la gran familia cooperativa. Ya casi con un pie afuera dela cooperativa, siempre directo, fluye naturalmente la charla con Alberto Campo. Con nostalgia, pero con la misma pasión de siempre. Después de 49 años ha llegado el momento de su jubilación. Y ‘Campito’, como todos lo conocen, lo asume con dignidad.
“Uno está convencido que las etapas en la vida se van cumpliendo, aunque quisiera que esto no se terminara nunca. Pero también estoy convencido que hay que dejarle paso a las futuras generaciones, que seguramente vendrán con otras ideas, otra mentalidad y otro profesionalismo”, reflexiona.
Sus inicios en la Cooperativade Tres Algarrobos fueron “allá por el año ‘63”. Alberto había terminado la escuela secundaria en Lincoln y ese verano volvió al pueblo para prepararse y continuar sus estudios a nivel terciario. Pero, durante esos días, a ese “pibe de pueblo” le ofrecen trabajo en la cooperativa. Solo algunos días al mes. ¿Qué había qué hacer?. Tomar estado de los medidores de energía eléctrica y después recorrer los domicilios para hacer la cobranza. “En aquellos años se cobraba casa por casa. Eso se hacia mas o menos en diez días al mes. En esos momentos la cooperativa tenía más o menos 700 usuarios, únicamente eléctricos. Se generaba la energía con los motores, en la “usina”, como generalmente se decía en los pueblos. Antes no se identificaba a la cooperativa como se la identifica hoy, antes era la usina”.
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