Por Merino Soto . El crecimiento de la actividad agropecuaria y por ende la agroindustrial, viene impulsando en los últimos años el auge de la transformación de los residuos de ambos sectores en energía renovable como una forma no sólo de buscar alternativas frente a los combustibles fósiles sino en mejorar su relación con el medio ambiente. Bajo ese concepto es que Argentina avanza en el armado de una red de su biomasa a nivel nacional con el objetivo de apuntalar a su mayor desarrollo a través del aporte de nuevas tecnologías.
Actualmente el país cuenta con 130 plantas de distintas escalas que generan energía a partir de la biomasa, ya sea vegetal (rastrojos, residuos forestales, cultivos energéticos dedicados, otros) o animal (estiércoles, purines, residuos sólidos urbanos, etc). De este número: 60 ya funcionan, 15 se construyen y el resto están en espera.
Frente a ese panorama es que el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), relevó hace poco los proyectos que existen basados en biomasa sólida seca y ahora encara los de residuos húmedos.
Desde el organismo oficial, el coordinador de energías renovables, Gustavo Gil señaló que el objetivo es “darle impulso a muchas plantas que quizás hoy están demoradas, creemos por la dificultad operativa aportando la ayuda técnica de nuestro instituto”.
Esto permitirá a la larga contar con una herramienta para planificar de manera estratégica el desarrollo de la biomasa focalizado en iniciativas de pequeñas y medianas empresas.
Sobre datos de 2013 se puede saber que la demanda de energía en el país creció en un 20%, motivo por el cual se tuvo que importar por un valor cercano a los u$s7.000 millones. En ese sentido, proyecciones de YPF sostienen que dicho déficit se podría neutralizar sólo en los próximos diez años.
Es por eso que Argentina tiene un importante potencial para crecer en la energía propia que en muchos casos se trata de aprovechar residuos que hoy contaminan lo que lo ubica a la vanguardia de países europeos que impulsan en el cuidado del medio ambientes, y más sabiendo que éste mercado es a donde se destinan los productos agropecuarios nacionales.
Muchos son los ejemplos que hoy usan energía renovable. Es el caso de la Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado (Ceamse), que cuenta con una planta de generación de energía que permite abastecer el consumo de 25 mil familias a partir del biogás que genera la basura. La capacidad instalada asegura un suministro sostenido de 10 MW. “El fin es evitar enviar a la atmósfera gases que provocan efecto invernadero a la vez que generamos energía que se suma a la red eléctrica, de esta utilización damos un aporte directo a la mitigación del cambio climático”, dijo el titular Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS) Hugo Bilbao. Otro caso es el de la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA) que desarrolló un biodigestor a partir de efluentes generados por la producción porcina que lleva adelante en San Luis, creando energía térmica y/o eléctrica o como biocombustible logrando el autoabastecimiento para sus plantas. Para su subgerente, Julián Echazarreta, “se trata de la búsqueda de distintas alternativas para satisfacer la necesidad de mejorar el tratamiento de los efluentes para ser más sustentables con el medio ambiente”. Estos son sólo dos casos de los muchos que tiene el país. Hoy están dadas las condiciones para que la Argentina pueda reemplazar en parte la energía generada por el petróleo. Materia prima sobra y también la capacidad de sus técnicos. Sin embargo es necesario de una ley que pueda impulsar aún más su desarrollo y demostrar que mira al futuro donde el cambio climático determinará en parte el comercio mundial de alimentos