EL ROL DE LAS COOPERATIVAS

10 septiembre 2013

(Página 12) – La Alianza Cooperativa Internacional estima que la producción de las 300 cooperativas más grandes del mundo equivale al PIB de la décima potencia económica mundial.
 
 

Por Diego Rubinzal.  La primera entidad de tipo cooperativa fue creada el 24 de octubre de 1844, en la ciudad de Rochdale. La Sociedad Equitativa de Pioneros de Rochdale fue conformada por 28 trabajadores despedidos de una fábrica de tejido de esa localidad inglesa. El doctor Mario Schujman explica en Siglo XXI: política, poder y economía social y solidaria que “las primeras entidades cooperativas y mutuales… fueron producto de la práctica y de las ideas de los trabajadores para procurarse, mediante la lucha sindical, la cooperación y la ayuda mutua, condiciones más favorables para su propia subsistencia, la de sus familias y las de la comunidad en la que vivían”. Desde entonces, el cooperativismo se consolidaría como una alternativa de gestión económica democrática y participativa, diferenciada del modelo clásico de organización empresarial.

Las primeras experiencias en Argentina fueron encabezadas por cooperativas de consumo, con Sociedad Cooperativa de Producción y Consumo de Buenos Aires (1875), El Hogar Obrero (1905); de créditos, con Banco Popular Argentino (1887); y de seguros, con Sociedad Cooperativa de Seguros El Progreso Agrícola de Pigüé, provincia de Buenos Aires (1898). En la actualidad, la cobertura del movimiento cooperativo argentino incluye un amplio espectro de actividades: servicios públicos, consumo, educación, salud, turismo, ahorro y crédito, trabajo, producción, vivienda.

La mayoría de la dirigencia política y social resalta la positiva contribución de las entidades solidarias en materia de generación de empleo y desarrollo económico. En ese sentido, la Resolución 64/136 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró a 2012 como el Año Internacional de las Cooperativas. La resolución instó a los gobiernos a aprovechar y desarrollar “plenamente las posibilidades que tienen las cooperativas de contribuir a la consecución de los objetivos de desarrollo social, en particular la erradicación de la pobreza, la generación de empleo pleno y productivo y una mayor integración social”.

Sin embargo, el rol asignado por la ONU al movimiento cooperativo es limitado. El economista jefe del Banco Credicoop Alfredo García sostiene en Reflexiones en torno de la Década Cooperativa que “el enfoque prevaleciente sobre el cooperativismo lo entiende como una rueda de auxilio para encarar los problemas generados por la aplicación del modelo capitalista, en este caso, el neoliberal ortodoxo, como la pobreza y los negativos impactos para los grupos vulnerables como las mujeres, los jóvenes, las personas con discapacidad, las personas de edad y las personas indígenas”.

Esa perspectiva se tradujo en la elección del lema “Lo pequeño es hermoso” como uno de los ejes temáticos para debatir durante el lanzamiento del Año Internacional de las Cooperativas. La consigna hacía referencia al título de un famoso libro, escrito por Ernest Fiedrich Schumacher, cuya idea central es el rescate de la pequeña escala como palanca del desarrollo sustentable.

La reivindicación de lo “pequeño” podría constituirse en una especie de dique de contención que socave la influencia de las entidades cooperativas en el escenario económico global. La Alianza Cooperativa Internacional (ACI) estima que la producción de las 300 cooperativas más grandes del mundo equivale al PIB de la décima potencia económica mundial.

Apelando a la experiencia del Banco Credicoop, el diputado nacional Carlos Heller sostuvo que “hemos demostrado que es posible conservar el sentido de lo pequeño y hermoso en una gran escala organizacional” en el marco de su discurso ante la sesión plenaria de la asamblea general de la ONU.

Los planteos de Heller apuntaron “a desarmar esa idea del cooperativismo como rueda de auxilio de los desmanes que produce el capitalismo”, afirma el economista Alfredo García.

En esa línea, Schujman concluye que “el acompañamiento del Estado a la economía social, solidaria y comunitaria debe ser permanente y sostenible, porque es un instrumento muy importante para incidir en aquellos aspectos que es necesario modificar en la estructura socio-económica, pero además porque si se desarrolla con respeto a la autonomía y a la autogestión popular es un formidable factor de acumulación de poder que sostiene al Estado contra hegemónico”

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