PARTICIPACIÓN DE LOS ASOCIADOS EN LAS COOPERATIVAS

15 marzo 2019

(COLSECOR) Nota Editorial de la revista COLSECOR. Una de las problemáticas más mentadas en el sector cooperativo se vincula con el papel que asumen los asociados dentro del proyecto colectivo. Con frecuencia parte de la dirigencia cooperativista destaca la pasividad de estos actores en los procesos de acción y decisión de las organizaciones. Un primer paso será preguntarnos por qué motivos los asociados no participan o lo hacen poco, ¿cuáles son las causas detrás de esta problemática?

Seguramente en las raíces más profundas encontremos la primacía de valores culturales como el individualismo o la competencia, que son disfuncionales a toda construcción colectiva. La interiorización de estos valores promueve, entre otras cosas, la apatía, no identificación y desinterés hacia procesos grupales, la insolidaridad hacia sus comunidades o la ausencia de corresponsabilidades con el contexto próximo y con un proyecto común. En última instancia, la preeminencia de estos valores genera una limitación en el ejercicio de la ciudadanía en las comunidades.

Sin embargo, también podemos hallar orígenes más cercanos a las organizaciones para indagar sobre esta falta de participación. Entendemos que existen algunos factores controlables por las organizaciones que limitan o desmotivan a los asociados a participar. Por ejemplo, detrás de esta problemática podemos encontrar aspectos como la ausencia o la ineficacia de las estrategias, instancias y mecanismos dispuestos por las cooperativas para la participación, la comunicación, el desarrollo de aptitudes o de un sentido de pertenencia hacia un proyecto común.

Esto contribuye a que, en muchos de los núcleos sociales locales, las cooperativas no tengan la capacidad de despertar el interés y sean percibidas por sus asociados como espacios poco atractivos, o incluso cerrados.

Para dimensionar de forma más precisa la cuestión de la falta de participación es importante identificar también cuáles son algunas de sus consecuencias. Como punto de partida, cuanto menor es la participación de los asociados en los procesos de debate, deliberación y decisión de las cooperativas, menos garantizada estará la calidad y la eficacia de la democracia interna, tendiendo a una mayor concentración del poder de las entidades en pocas manos, voces y conciencias.

Asimismo, ¿qué tipo de relación de pertenencia se genera con un asociado que no participa? Al debilitarse lazos de confianza, compromiso y solidaridad, cuando un asociado no participa se puede asumir como un mero consumidor o cliente que recibe un servicio de una organización que, sea cooperativa o sociedad anónima, el vínculo se expresa básicamente en grados de satisfacción – insatisfacción con dicha prestación.

Cuando los asociados no se conciben como parte de una propiedad colectiva con derechos y obligaciones, se está poniendo bajo amenaza uno de los ejes fundamentales de la identidad y cultura, el ADN cooperativo.

Finalmente, cuando existen niveles bajos de participación se dificulta que las cooperativas puedan conocer, gestionar y dar una respuesta efectiva a las necesidades e inquietudes de sus asociados. Esto, a su vez, tiende a generar una falta de satisfacción, de motivación e identificación de sus asociados con el proyecto cooperativo, formando todo un vaciamiento participativo.

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