ARIEL GUARCO: «EL PROBLEMA ES CUANDO LA ACUMULACIÓN ES EL FIN Y NO EL MEDIO»

02 junio 2021

(Nuevo Día) El presidente de la Alianza Cooperativa Internacional, habló desde Coronel Pringles su ciudad natal, sobre el cooperativismo global. Alcances y desafíos con la mirada puesta a futuro.


Ariel Guarco es hoy un referente desde el cooperativismo, sin lugar a dudas, por la posición jerárquica en la que se encuentra, por la magnitud del cooperativismo global, pero sobre todo, por sus lineamientos cooperativos como fundamentos de una nueva concepción social; junto con Pepe Mujica en Uruguay, El Papa Francisco, Noam Chomsky o Naomi Kleyn desde el periodismo o la comunicación en general; sólo por nombrar algunos, se plantean ejes temáticos relacionados con el calentamiento global y las políticas de medio ambiente, las prácticas económicas sustentables, la equidad, la democracia, el movimiento feminista y la paz.

Sus comienzos en la Cooperativa Eléctrica de Coronel Pringles, luego se convirtió en la máxima autoridad de la Federación de Cooperativas Eléctricas y de Servicios Públicos de Buenos Aires (Fedecoba). En 2011, llegó a la presidencia de las organizaciones asociadas a la Confederación Cooperativa de la República Argentina (Cooperar), organismo cúpula del cooperativismo argentino. Ejerció, además, entre noviembre de 2014 y octubre de 2018, la vicepresidencia segunda de Cooperativas de las Américas. Hasta llegar en octubre de 2017 a ser electo presidente de la Alianza Cooperativa Internacional, en la asamblea general realizada en Kuala Lumpur, Malasia.

Aquí la entrevista con Nuevo Día:

– En un mundo globalizado, donde los mercados financieros y sobre todo la especulación viajan sin pasaportes, Ud. plantea el desarrollo de una economía social. Cambiar los paradigmas de la acumulación y distribución; parece, en principio, una batalla con varios frentes. Teniendo en cuenta que preside una de las organizaciones más grandes del planeta, por su escala y por el acompañamiento popular. Hablamos de 3 millones de cooperativas y unos 1.200 millones de cooperativistas. ¿Cómo trabajar dentro de una economía de mercado, especulativa, para transformarla poco a poco en una economía social?

– La economía lucrativa es una realidad y, en alguna medida, es necesaria para “agrandar la torta” como usualmente suele decirse. El problema es cuando el afán de lucro domina todo el sistema económico, cuando la acumulación es el fin y no el medio. Si a eso sumamos que la riqueza se concentra cada vez más en menos manos, tenemos una economía capaz de producir más y mejor pero cada vez menos personas pueden acceder a eso que se produce. En algunos casos, bienes básicos para la vida, como es el alimento. Esto es inaceptable y tiene que ver con varias cosas. Por un lado, la propia economía de lucro está cada vez menos conectada con la producción. Como usted dice, la especulación financiera y la mercantilización de diversos aspectos de la cultura humana nos llevan a un Mundo donde ni siquiera le resulta fácil al que el que quiere producir, capitalizarse y reinvertir para crecer. Más aún, las empresas que más ganan son gigantes digitales cuyos productores somos nosotros, sus usuarios, y que prácticamente desconocemos de qué manera valorizan nuestros datos y acumulan ganancias siderales. Me refiero a las plataformas en las que pasamos gran cantidad de nuestro tiempo y que son las verdaderas detentoras del poder comunicacional y económico actualmente. Entretanto, los procesos de digitalización o robotización expulsan cada vez más mano de obra. Estamos ante un escenario muy complejo. Ante eso, las cooperativas nos presentamos como la mayor red global de empresas en manos de las personas, donde el capital es un instrumento y el objetivo central es la satisfacción de las necesidades humanas y ambientales. Otro punto clave es que son empresas arraigadas en los territorios, conectadas con la geografía, la cultura y el medio ambiente donde se desarrollan. Las cooperativas no se pueden ir de donde están ni llevarse la riqueza de la comunidad a ningún otro lado. Finalmente, destaco que son empresas con valores y principios, lo cual las hermana mundialmente en un compromiso permanente con la democracia, la equidad, la solidaridad. Este es el paradigma que proponemos los cooperativistas hace al menos 175 años, cuando en plena revolución industrial nació la primera cooperativa de la era moderna en Rochdale, Inglaterra. Hoy somos más de 1200 millones de miembros de 3 millones de cooperativas en todos los continentes. Estamos convencidos de que nuestro modelo es el indicado para alcanzar un desarrollo verdaderamente sostenible en todas las latitudes y puede convivir sin problemas con una economía de lucro comprometida con ese mismo tipo de desarrollo, así como con la economía impulsada por el sector público. En aquellos lugares donde hay una participación equilibrada entre los tres sectores, hay más bienestar y mejora la calidad de vida de todas las personas.

– En un contexto de pandemia a escala mundial parece, a priori, un buen momento para plantear una construcción colectiva, superadora. Donde el cooperativismo, la mutualidad o el asociativismo en general puedan ser los motores de cambio a largo plazo. Para esto se deben aunar posiciones. ¿Cómo lo hace en una Alianza Internacional de semejante dimensión, donde uno supone una amplia heterogeneidad?

– La Alianza Cooperativa Internacional es la Casa Común de todos los cooperativistas y es la organización a través de la cual el movimiento cooperativo dialoga a nivel mundial con otros actores. En este sentido, ha recogido el llamado de Naciones Unidas a través del ODS 17 a formar una Alianza para el Desarrollo Sostenible y ha creado o profundizado su vínculo con distintas organizaciones de representación internacional como la Organización Internacional del Trabajo (OIT) o la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el G20 y distintas entidades vinculadas a la Economía Social y Solidaria. Tanto el Consejo mundial que tengo hoy la responsabilidad de presidir como las distintas regiones y sectores que componen la ACI estamos de acuerdo en que las cooperativas deben expresar todo su potencial en cada territorio, a partir de la identidad que fuimos construyendo a escala global en estos 175 años y que hoy necesitamos profundizar. Para el próximo Día de las Cooperativas (3 de julio) instalamos el lema “Reconstruir Mejor Juntos” entendiendo que la salida a la crisis sanitaria, económica y social acentuada por la pandemia debe ser a través de ese paradigma cooperativo que describía antes. Todas las entidades pueden hacer su aporte en ese sentido. Las más grandes, que son líderes en distintos mercados y tienen un volumen enorme en muchos casos, se comprometieron hace tres años a promover juntas el modelo cooperativo a través de un Think Tank de Desarrollo Cooperativo, que promovimos desde la ACI. Como presidente me ha tocado visitar varias de ellas y son empresas realmente muy potentes, algunas son argentinas. Y también he visitado experiencias de menor volumen, incipientes, que están transformando poco a poco la vida de sus comunidades y que son vitales para mantener la producción y el consumo en pequeñas localidades urbanas y rurales. Hay cooperativas en prácticamente todos los rubros de la economía, en los servicios públicos, en el consumo, en la producción agropecuaria e industrial, etcétera. Todas portan los mismos valores y principios. Uno de ellos es la cooperación entre cooperativas, lo cual las hace más resilientes ante este tipo de crisis. La trayectoria del movimiento cooperativo en general demuestra que el modelo se desarrolló con éxito en estos 175 años en contextos sociales, culturales, económicos y políticos bien distintos, pero siempre con la misma identidad que lo mantiene vigente y que lo hace ser un faro en un Mundo lleno de incertidumbres.

– La base material del cooperativismo que usted propone, encuentra diversos faros donde se apoya. Podría mencionar ciertas Encíclicas Papales, el movimiento femenino a nivel mundial, algún sector progresista dentro del ámbito político nacional e internacional; donde el las políticas medioambientales, junto con una lógica de consumo basado en la sustentabilidad como por ejemplo el Green New Deal; En este marco la educación cooperativa, la innovación de estrategias participativas, los nuevos modelos participativos evitando la fragmentación social, parecen ser al menos un camino a seguir. ¿Cómo abordamos la cooperación como actividad transformadora en un intenso y constante bombardeo mediático y doctrinario del capitalismo individualista?

– Por su propia naturaleza las cooperativas son empresas democráticas, que promueven la participación de las personas en los asuntos comunes, y están arraigadas en los territorios. Esto nos da algunas herramientas diferenciales y hay sobrada experiencia de cómo se puede difundir y convocar a quienes aún no conocen o no están convencidos de que la cooperación es un modelo válido para trabajar, para consumir, para ahorrar, para construir hábitat. No hay que irse muy lejos para eso. Prácticamente en cada localidad de nuestra provincia y de nuestro país hay una cooperativa o una mutual. Si esa entidad sigue fielmente los principios, entre los cuales está la educación y la difusión de nuestra doctrina, si trabaja junto con las escuelas, con el gobierno local, con las iglesias, los sindicatos, los clubes, las pymes y los demás actores que pueden coadyuvar a fomentar la cooperación dentro de la comunidad, estará en pie ese faro que necesita la comunidad para desarrollarse de forma sostenible. Esto es, desarrollarse poniendo el bien común por delante del éxito individual, comprendiendo que nadie se salva solo ni a nivel mundial, ni en el país ni en nuestro propio pueblo o ciudad, y convocando sobre todo a las nuevas generaciones a ver en la cooperación una forma de vida superadora del exitismo individual que siempre termina satisfaciendo a unos pocos y dejando de lado a muchos.

– Por último. Ante lo expresado, su postulado, su doctrina de pensamiento. Los valores que usted plantea necesarios. ¿Encuentra algún eco en otras instituciones de nuestro país?

– Sin dudas, como decía antes, tanto en el plano local como en cada provincia y también a nivel nacional las cooperativas trabajamos de la mano de otras entidades que también están comprometidas con un desarrollo que ponga a las personas y al ambiente en el centro de la escena. Mutuales, gremios, universidades, gobiernos, pymes, iglesias, clubes, ONGs y muchas otras instituciones son aliadas estratégicas para seguir impulsando una economía que sea eficiente para producir, para agregar valor, para incrementar la riqueza en nuestro territorio, pero también para distribuir las oportunidades y los resultados de forma más equitativa. Y, sobre todo, para promover la cooperación como forma de trabajo en todos los ámbitos, porque eso nos hace ser una mejor sociedad. Desde la Confederación Cooperativa de la República Argentina (Cooperar) lo hacemos de forma constante, junto con las otras confederaciones del sector, en una Mesa Nacional de Economía Solidaria que hemos conformado y que es una herramienta para hacer crecer a este modelo en todos los rincones del país. También hemos promovido una Red de Municipios Cooperativos, que ya tiene más de 40 localidades integradas, donde cooperativas y gobiernos municipales trabajan juntos en al menos cuatro compromisos básicos, como son el desarrollo local sostenible, el compre cooperativo y local, la educación cooperativa y el cuidado cooperativo del ambiente y la salud.

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